viernes, 27 de octubre de 2017

Del libro al paladar: Pastel de pescado de LA TORMENTA PERFECTA (Sebastian Junger)




“Cogen el coche y se dirigen a una cafetería llamada Sammy J’s y piden dos cervezas más, pastel de pescado y judías pintas. El pastel de pescado es el favorito de Bobby, y es seguro que no volverá a tomarlo hasta que regrese. Lo último que un pescador quiere comer mientras está en el mar es pescado.”


LA TORMENTA PERFECTA
Sebastian Junger
Debolsillo, 2000

SINOPSIS: Fue la tormenta del siglo, una tempestad con olas de más de treinta metros de altura, producto de una extraña combinación de factores que los meteorólogos llamaron «la tormenta perfecta». Estalló, en octubre de 1991, sin que nadie hubiera podido presagiarla. Con la tensión narrativa de la propia furia de los elementos, Junger nos lleva al corazón de la tormenta, describiendo con gran fuerza el valor, el temor y el pánico que se desatan ante un fenómeno de estas características. Recrea los últimos momentos de la tripulación del “Andrea Gail”  y relata la valentía de unos rescates en alta mar que dejaron héroes y víctimas, entretejiendo la historia de la industria pesquera, la meteorología y los testimonios de personas que se vieron afectadas por la tormenta.
“La tormenta perfecta” nos deja un sabor a mar y nos transmite el desamparo que se siente cuando se está dominado por una fuerza de la naturaleza que escapa a nuestro conocimiento y control.


De todos los libros que he leído en mi vida, sólo éste me ha provocado escalofríos. Varias veces he tenido que interrumpir la lectura porque se me ponía la carne de gallina. Seguramente porque desde el comienzo sabía que los durísimos episodios que narra Junger, con rigor y sin aspavientos, eran sucesos verídicos.
A pesar de que odio viajar en barco —o quizá por ello— me fascina todo lo referente a la náutica, en especial películas y libros que abordan el tema. Esta novela, que muestra la cara menos amable de las costas de Nueva Inglaterra, está narrada como un documental; es increíble la cantidad de información que contiene en torno a la pesca de altura. Pero Junger no aburre, todo lo contrario; la tensión narrativa crece conforme aumenta la situación crítica para la flota pesquera y las unidades de rescate en medio de un mar embravecido e inclemente como el infierno.
Pese a ser un relato riguroso de hechos reales en el que se evita la implicación emocional —de otro modo, la lectura se convertiría en un sufrimiento—, el autor nos presenta en el primer capítulo a los protagonistas de la tragedia. Logra ponernos en la piel de esos hombre duros de la mar «a los que puedes golpear con un martillo y no les saldrá un cardenal» que se enrolan en los pesqueros conscientes de que existen muchas posibilidades de no volver con vida; los capitanes por vocación, los pescadores casi siempre por dinero.
La historia fue llevada al cine y me alegro de no haber visto la película porque dudo que supere esta soberbia novela que, además de hacer un repaso a la historia de la pesca en los Grandes Bancos de Terranova desde 1600 hasta hoy, aporta datos curiosos sobre los desastres marítimos y transmite al lector sensaciones tan indescriptibles como el desamparo y estupor de un hombre que sabe que va a morir o la valentía, e impotencia también, de los equipos de rescate predispuestos a jugarse la vida por salvar una ajena. Especialmente conmovedora resulta la distinta manera conque los familiares asumen la pérdida de un ser querido, el lastre angustioso de los supervivientes para continuar con su vida, junto con la sensación de culpa y remordimientos del autor por hurgar en esa herida que nunca acaba de cerrar.
Horas antes de embarcar, Bobby Shatford y su novia Christina, se enfrentan a la tensión ante ese viaje incierto que a los dos les da mala espina. La última comida que compartieron fue un pastel de pescado antes de que el mar los separara para siempre.



PASTEL DE PESCADO FRESCO,
DESAYUNO Y BRUNCH TÍPICO DE NUEVA INGLATERRA

½ Kg de filete de bacalao fresco escalfado
½ Kg de patatas peladas y cocidas
2 cucharadas de mantequilla
¼ de taza de leche
½ cebolla picada (mejor tierna, entonces 1 entera), o cebollino
2 huevos para cubrir las empanadas
1 taza de pan rallado grueso
Aceite abundante para freír
Sal y pimienta

Triturar las patatas con un tenedor y añadir la mantequilla. Ir añadiendo la leche, pero debe quedar una pasta consistente. Agregar la cebolleta o cebollino picados. Escalfar el pescado en una sartén con agua, salpimentados, durante diez minutos (hasta que blanqueen). Enfriar, desmenuzar y mezclar con las patatas. Rectificar de sal y pimienta y hacer una tortas redondas como hamburguesas gruesas.
Batir el huevo, rebozar con él las tortas y pasar bien por pan rallado (repetir el rebozado dos veces). Meter diez minutos en el congelador para que el pan se agarre a las empañadas. Freír en aceite bien caliente y sacar de la sartén sobre un plato con papel de cocina. En Nueva Inglaterra se sirven con salsa de tomate, salsa picante o un huevo escalfado y Boston Baked Beans, las judías pintas típicas de Boston.

Buen provecho y feliz lectura.

OLIVIA ARDEY

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