martes, 20 de noviembre de 2012

Videoentrevista español-inglés en The Romance Genre


Ya puedes ver en youtube, además de en vímeo, la videoentrevista que Sianny Arguedas me hizo desde Costa Rica para THE ROMANCE GENRE, un proyecto de la web Escribe Romántica para dar a conocer en el mercado norteamericano a las escritoras románticas en español.
Si quieres conocerme un poquito más, en mi faceta como escritora y en un día de mi vida, aquí te dejo el enlace.

En las pestañas superiores tienes los enlaces a The Romance Genre y a Escribe Romántica.

viernes, 16 de noviembre de 2012

EPIDERMIS


Ya tengo en mis manos EPIDERMIS, la antología de relatos mínimos de Ediciones Rúbeo en la que colaboro con un micro, "MI TORMENTO", que fue seleccionado por la editorial de entre los presentados a la convocatoria.
Un libro pequeño pero muy grande, tanto como las brevísimas historias que contiene. Amor, humor, reflexiones... ¡incluso política! La mía de tan solo teinta y tres palabras. Empecé a leerlo y me maravilla la maestría de los escritores con los que comparto páginas por el reto que entraña escribir historias que seduzcan al lector empleando tan pocas palabras.
Es un placer cofirmar esta antología con Ana Aguilera García, Virtu Barea, Pedro Barrientos, Eva Benítez Ayala, Alejandra Bergman, Victoria Bretones, Rubén Camacho Zumaquero, Eugenia Carrión García, Carolina Cohen Polanco, Sonia Colodro Vázquez, John V. Cooper, Virginia Cortés Monco, Fanni Costas, Anne Crosv, David Darío, Isabel Delhom Otalora, Charlize Deveraux, Merche Diolch, Kristen Dubois, Isabel L. Escudero, Jonathan Alexander España, William E. Fleming, Antonio Galán Lavado, Sonia Galdós Esquide, Fernando Gálligo estevez, Yolanda Gil Jaca, María E. Gómez, Vicente Hernándiz López, Ana Iturgaiz, Connie Jett, María Jesús Juan, Violeta Lago, Periandro de Macor, Encarna Magín, Carolina Márquez Rojas, Carlos Luis Martín Navarro, Francisco Martínez Hoyos, María Morgade, Mª Nieves Muñoz López, Chus Nevado, Sonia Ortiz Colodro, Rocío Ortiz Colodro, Ana E. Piña Recuenco, Francisco Reyes Ferreiro, Clay G. Róbinson, Pedro Ruiz Arrabal, Lola Sánchez, Amalia Sánchez Rodriguez, Alba Seoane, Margarita Souvirón, Carolina A. Valenzuela Matús, Ginés Vera y Lucía de Vicente Barrios.
No quiero olvidarme de dar las gracias a José Antonio Quesada, editor de vocación y corazón, por apoyar y difundir la narrativa breve.

lunes, 5 de noviembre de 2012

DELICIAS Y SECRETOS... en la Manhattan del siglo XXI


La lectura da muchas alegrías. Yo leí EL EFECTO STAR LUX, novela de Juan Ballester que me cautivó como pocos libros lo han logrado, y gracias al concurso convocado por Arola Editors y a la buena suerte recibí el regalo maravilloso de viajar a Nueva York en compañía de mi familia. Durante una semana pude pisar los escenarios reales de mi novela DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, todas esas calles, edificios y rincones donde imaginé la historia de amor de Kenneth Callahan y Laura McKerrigan-Montero con la sola ayuda de fotografías y mapas de época.
Con la imaginación me trasladé a la Nueva York de 1919 y el pasado septiembre conocí esa misma Manhattan casi un siglo después de la época en que transcurre la trama.
"La gran dama miraba hacia Europa a la espera de los suyos..."

Si quieres conocer todos esos escenarios tal como los "vieron" los personajes de la novela, pincha en este enlace y disfruta de un paseo por la isla más cosmopolita, fascinante y vital de principios del siglo XX. Pero aquí os quiero mostrar como son todos esos rincones de Manhattan hoy día para que comprobéis que algunos de ellos no han cambiado tanto a pesar de los casi cien años transcurridos.
Para empezar, ¿queréis saber dónde estaba el hotel Taormina? Como sabéis, es el único edificio imaginario de la novela. En los mapas de entonces la confluencia de las avenidas 3ª y 4ª con Bowery Str., chaflán a espaldas de Astor Place donde "se alza" el hotel de los Taviani, ya aparecía como zona arbolada. Y así continúa.

"El hotel ocupaba la segunda mejor esquina de Nueva York, la primera, indiscutiblemente, la ocupaba el Flatiron..." Increíble, majestuoso y ejemplo arquitectónico de cómo sacar partido a un solar irregular.


Poca gente sabe que la tipografía de la portada tiene un significado especial. En 1919 el rascacielos más alto de Nueva York era el 15 de Park Row, pese a que erróneamente se suele atribuir este mérito al Flatiron -dato que le debo a la traductora María José Losada-. Los creativos de Éride Ediciones decidieron alargar entonces la "H" del título en merecido homenaje a la "hache" indiscutible de la isla de Manhattan.


Sin cambiar ni un ápice su fisonomía, así era y es el soberbio puente Bown sobre el lago de Central Park, el lugar donde Phillip gustaba de escuchar el trino de los pájaros y otros sonidos que la ceguera le había enseñado a apreciar.


En la Gran Central Terminal tienen lugar dos importantes escenas para Laura, nuestra protagonista. Un reencuentro y una reconciliación que decidí situar justo allí porque el arquitecto de esta estación fue el valenciano Rafael Guastavino, y ya sabéis la importancia que tienen los emigrantes españoles en la novela. Todos, los que triunfaron gracias al arte y los que alcanzaron el sueño americano como modestos obreros. 

Este es DELMONICO'S, en pleno distrito financiero, que se tiene por el restaurante más antiguo de América. Aquí acudieron a almorzar Laura y su primo Greg, y por casualidad en la puerta tuvo surgió el flechazo de éste último con Annette, la enfermera de sus sueños. 

Este edificio lo ocupaba ya en 1919 La Nacional, Centro Español en Nueva York y allí sigue en 2012, en el corazón de la que fue la Little Spain de la calle 14 Oeste.

La realidad supera a la ficción. "Gracias a ellos (a los españoles) en muchos rincones de la ciudad eran populares los guisos de cuchara, el aguardiente de orujo, la tonadilla y los churros". No iba desencaminada cuando escribí ésto: churrería española al principio de Little Italy. 

Al ladito justo había también un paella bar llamado "Socarrat", valenciano por supuesto... En fin, que un siglo después la presencia española se deja notar en la capital del mundo.


¿Os acordáis del hotel que poseía el padre de Laura en Nueva York? En él se alojan sus hijas al principio de la novela y en su lobby tienen lugar algunas escenas del final. En el 210 de la calle 55 Oeste, pegadito a Central Park se alza el hotel Dream y este sí es real, como el resto de edificios y enclaves -salvo el hotel Taormina- que se citan en la novela.

Los indios mohawk, de los que se decía que eran inmunes al vértigo, fueron y son los soldadores más reputados, a ellos se les encargaban los pisos más altos de los rascacielos. En el Empire State, que en la época en que transcurre la novela aún no se había construido, encontré esta foto en la exposición sobre su construcción. Ironworkers soldando en el piso 82, trabajo sólo apto para valientes.

"Acércate a Goddman's y cómprate un traje de tres piezas..." Allí pegada a Central Park sigue la centenaria sastrería.




"El vestíbulo del hotel bullía de actividad a esas horas. Los carros de latón dorado iban y venían..." Hay cosas que no cambian.


En la calle Mott, ese trozo considerado tierra de nadie entre Little Italy y Chinatown, fue donde Laura freía pollos junto a Kamesh y Kenneth fue a rescatarla... En cada esquina de Manhattan revivía pedacitos de mi novela.

Ya veis, imaginé una Manhattan fascinante y deliciosa, y ahora puedo asegura que lo es más, mucho más.


viernes, 2 de noviembre de 2012

Bloghalloween 2012: EL FIN DE LOS DÍAS


Yo también participo en en BlogHalloween que cada año organiza la escritora Teresa Cameselle y en esta edición lleva como lema EL FIN DEL MUNDO. Terroríficos y sorprendentes relatos cortos en un montón de blogs que os harán disfrutar y temblar durante este largo fin de semana. Aquí os dejo el mío:


EL FIN DE LOS DÍAS

—La primera vez que te leí en el foro ya noté entre nosotros esa conexión mágica —dijo paseándose por la cocina.
Se refería ése donde pasaba las noches conversando sobre ocultismo, enigmas y profecías y él visitaba de tanto en tanto. Ella sospechaba que era de los que se hacían de rogar. Y se sentía victoriosa, porque a fuerza de astucia femenina había logrado conocerlo en persona. Menuda sorpresa se llevó al saber que bajo el nik de Anonimo se escondía un cocinero tan famoso.
Él no dejaba de observarla mientras aquella especie de Barby madura con aficiones esotéricas curioseaba por aquí y por allá. Hizo amago de destapar una enorme cacerola que cocía en un fogón  pero él se lo impidió apartándole la mano con furia. E inmediatamente le besó los nudillos para disimular, aunque ella no pareció notar la brusquedad del gesto.
—Huele fenomenal —reconoció con una sonrisita melosa.
—Zanahoria, apio, puerro,… —enumeró los ingredientes del guiso que los envolvía en con su aroma apetitoso.
—Déjame adivinar, ¿tomillo?
—Premio.
Fue a besarla en los labios, pero ella lo esquivó y se alejó un par de metros. Formaba parte del juego.
—Así que este es tu santuario —opinó acariciando la pulcra superficie de acero.
—Mi laboratorio —corrigió con orgullo.
Nadie había logrado descubrir su secreto. Ni los más entendidos conseguían dar con el misterio de sus sabores únicos e inimitables que tenían de rodillas a los gurús de la crítica gastronómica internacional.
Ella lo miraba rendida de admiración y a la vez con la dicha de quien cree haber encontrado a su alma gemela.
—Pero estoy un poco enfadada contigo —fingió entornando los ojos.
Él sonrió y ella lo interpretó a su modo. Tan concentrada estaba en resultar seductora que no reparó en que una de sus manos permanecía desde hacía rato oculta a su espalda.
—¿Enfadada?
—Sí. Tenemos una conversación pendiente, ¿o lo has olvidado?
—Esta noche no me apetece hablar del fin del mundo.
—Pero tendrás una opinión —insistió. Él simulaba escucharla, aunque sólo tenía en mente otro asunto crucial que ella ni sospechaba—. Los escritos son reveladores —continuó con sus teorías cansinas—. Está claro que el fin de los días se acerca: el Armagedón, el Apocalipsis, la Nueva Era
Se acercó y la agarró del talle deslizando la palma abierta hacia su espalda. Se inclinó hacia ella, obligándola a retroceder un paso; ya la tenía acorralada contra una encimera. La besó en el cuello y notó que temblaba. Se mordió el labio y apretó el mango del cuchillo con ansia sanguinaria dispuesto a mantener el secreto de su genialidad culinaria a cualquier precio.
—Ya que insistes en ponerle nombre, no olvides esto —le susurró al oído a la vez que le hundía el filo en las costillas—. El fin de tus días se llama estofado.

Y como postre os dejo el retrato zombie que me ha regalado el genial diseñador gráfico Chema Barragán. Happy Halloween, amigos.


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