“Franca bebió varios sorbos de agua, probó el risoteo y dejó
el tenedor. Como si no se hubiera producido la interrupción, miró a Brunetti y
dijo:
—En política quien más me gusta es Cicerón.
—¿Por qué?
—Porque él sabía odiar.”
LA OTRA CARA DE LA VERDAD
Donna Leon
Seix Barral, 2009
SINOPSIS:
Cuando el comisario
Brunetti conoce a Franca Marinello, esposa de un hombre de negocios veneciano,
descubre que está lejos de ser la rubia superficial que el vestuario caro y el
notorio lifting facial hacían prever. Su evidente operación estética pasa a
segundo plano cuando en su conversación alude a Cicerón y a Virgilio. Varios
días más tarde, Filipo Guarino, jefe local de los carabinieri, acude a Brunetti
para investigar la muerte del dueño de una compañía de camiones, presuntamente
relacionada con el transporte ilegal de residuos y la llamada ecomafia. Las
pesquisas del comisario demuestran que la deslumbrante Franca Marinello ha
estado en contacto con el principal sospechoso, un hombre siniestro con un
violento pasado. Pero la verdad siempre tiene un lado oculto.
Esta novela me ha reconciliado con la autora. Donna Leon,
estadounidense de nacimiento afincada en Venecia, en el último libro que leí de
la serie me saturó con su insistencia cansina por criticar la corrupción de la
clase política y el sistema en general, como si sólo en Italia se cociesen
habas. Es más, he notado que debe haber asumido que entre el blanco y el negro
existe una amplia gama de grises dado que, cosa extraordinaria, aparece un
personaje positivo oriundo del sur. Incluso se le pide perdón, ¡por primera
vez!, por un comentario despectivo de esos que tanto abundaban en anteriores
novelas y que a punto estuvieron de hacerme aborrecer la serie después de
acompañar a Guido Brunetti durante dieciseis libros antes que éste. Así pues,
continúo como entusiasta seguidora del comisario veneciano.
En casa de su suegro, Brunetti cena frente una mujer a la
que le interesan los clásicos latinos, como a él. De esa conversación parte la
trama, centrada en la ecomafia y la ilegalidad de los actos de esos grupos que actúan
al margen de la ley y la ilegalidad de de esos otros grupos que tienen
encomendada la tarea de velar por que la ley se cumpla. En medio de todo ello
una mujer esclava de un físico que no ha buscado y que soporta como el peor de
los castigos, casada con un hombre que le dobla la edad y por el que, pese a
que puede suponerse lo contrario, siente un amor auténtico, leal e
incondicional. Capítulo a capítulo entenderemos en porqué de su amargura, desencanto
y odio latente. ¿Hasta dónde es capaz una mujer de llegar por amor? La
respuesta está en las páginas del libro.
La trama con final inesperado engancha de tal modo que
Donna Leon se hace perdonar esa manía de arengarnos poniendo opiniones suyas en
boca de sus personajes. Incluso tiene detalles como el de mostrarnos la afición
de Brunetti por Il Gazettino,
periódico de las chachas tal como lo define la autora; ese rasgo de
“normalidad” se agradece entre tanta cita a Virgilio, Cicerón y Hery James.
Como novedades, los primeros celos de Paola, su padre el conde empieza a
sentirse viejo, Guido descubre que quiere a su suegro y al fin veremos a la signorina Elettra deslumbrada por un
hombre.
El párrafo que he escogido, entre bocado y bocado de
risotto en el palazzo Falier, da un
poco de miedo. Si el odio es condición indispensable en un buen político,
apañados vamos.
RISOTTO AI FUNGHI
180 g. de arroz redondo (1 tacita de café por
persona)
½ bolsa de setas
variadas congeladas o un bote mediano de setas en conserva
caldo de pollo o de verduras
½ vaso de vino blanco
Azafrán o colorante que
lleve algo de azafrán de verdad
Ajo, aceite y sal
2 cucharadas de
mantequilla
Queso parmesano rallado
El secreto del risotto está en añadir el caldo poco a poco
durante la cocción.
Saltar las setas en un poco de aceite con el ajo. Retirar
éste y reservar las setas.
En otra sartén grande, sofreír el arroz en cuatro cucharadas
de aceite hasta que empiece a estar transparente, salar y regar con el vino
blanco. Reducir durante un minuto. Añadir las setas y el azafrán e ir añadiendo
cazos de caldo poco a poco e ir removiendo con una cuchara de madera hasta que
el arroz esté cocido (nunca más de 20 minutos). Ya al final, agregar la
mantequilla y queso parmesano al gusto. Apagar el fuego y dejar reposar un par
de minutos antes de servir.
Buen provecho y feliz lectura.
OLIVIA ARDEY
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