lunes, 31 de diciembre de 2012

Despido el 2012 con una alegría grande


Alegría y doble orgullo. Hay personas que encuentras en el camino de casualidad y te acompaña ya el resto de tu vida. Mis alegrías siempre irán ligadas a la ciudad de Sevilla, porque allí empezaron mis ilusiones de ser algún día escritora. En 2008 unas cuantas amigas que nos acabábamos de conocer, todas alumnas de un taller literario, asistimos a las II Jornadas de Narrativa Romántica. Y allí, en un lado discreto, entre todas nosotras se sentaba una chica rubia, encantadora, que iba sola porque adora leer novela romántica y decidió ir a ver qué se cocía.
Hace tres años de aquello. Yo no tenía ni seudónimo, ni blog, ni sabía lo que eran las redes sociales... No tenía ni una novela terminada, pero sí mucha ilusión y ganas de creer que el sueño podía materializarse algún día e incluso ver entre dos tapas esa novela de vaqueros que tanto me insistieron en que nadie publicaría en España.

Desde entonces he publicado dos novelas y en menos de dos meses verá la luz la tercera. Otros años he hecho un repaso de lo vivido, pero hoy no existe nada que resuma mejor lo que significa estar satisfecha. Despido el año 2012 con el orgullo y la alegría de ver que Carmen Sánchez Limón, aquella lectora simpática que se sentó entre un grupillo de alumnas llenas de ilusiones, ha escogido mis dos novelas entre sus mejores lecturas del año 2012.
Sin duda DAMA DE TRÉBOLES y DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN me han dado en estos tres años muchísimas satisfacciones, y espero de corazón que BÉSAME Y VENTE CONMIGO siga proporcionándome momentos felices, y todas las novelas que vengan tras ella, porque esta aventura de escribir se empieza y ya no acaba.
Pero el mérito no es mío, ni de los personajes, ni siquiera de los lugares lejanos y épocas maravillosas que las han inspirado: mis mejores momentos se los debo a lectoras como Carmen, a todas vosotras por abrir algunos de mis libros dispuestas a soñar. ¡Bienvenido sea el 2013 y que venga cargado de bondad, amigas mías!

viernes, 28 de diciembre de 2012

Una nueva alegría gracias a DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN


En realidad, la alegría se la debo a Elena de LA ESTACIÓN DE LAS LETRAS por destacar DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN entre las lecturas que más le han aportado en 2012.

"Delicias y Secretos en Mahattan" de Oliva Ardey; Por transportarme a mis queridos años 20, y por esos acogedores personajes tan entrañables.

Gracias de nuevo, Elena, porque para mí no existe premio mejor que las palabras de una lectora satisfecha y porque siete novelas nacionales de un total de once es un verdadero reconocimiento al género romántico escrito en español.

martes, 25 de diciembre de 2012

DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN entre los mejores del 2012


¡Qué alegría navideña acabo de llevarme gracias a Ssil! La administradora del blog LO QUE QUIERA LEER HOY ha escogido mi novela DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN como una de sus mejores lecturas del 2012.

"Olivia Ardey ha sido uno de los grandes descubrimientos del año. Además de escribir muy bien y ponerle mucho mimo a sus novelas, teje unas historias de amor que conquistan. Tengo muchas ganas de leer su próxima novela: Bésame y vente conmigo."
Un millón de gracias, no existe para mí premio mejor que leer opiniones como la de Ssil.

¡¡Pero no acaba aquí la cosa!! Eline me ha hecho el honor de incluir DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN nada menos que entre sus 5 mejores libros del año en su blog CRÓNICA DE LOS REINOS

"También es uno de esos libros que leí en cuanto llegó a mis manos y lo devoré. Tiene ben ritmo, hay un buen reparto de personajes; situaciones divertidas, serias; y en general un argumento adictivo."

¿Se puede recibir mejor regalo el día de Navidad?



lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz Navidad y mi regalo para todos



Santa Claus dejó bajo mi árbol papel, bolígrafo y un puñado de fantasía. Así fue como surgió ALGUNAS NAVIDADES DESPUÉS, el relato homenajes a uno de los cuentos más bonitos que se han escrito jamás y que yo os regalo a todos vosotros cada Navidad y que ya se ha convertido en una entrañable tradición.
Dickens nos dejó esa pequeña maravilla titulada A CHRISTMAS CAROL. ¿Nunca os habéis preguntado qué fue de Tiny Tim y de Ebenezer Scrooge? Como yo adoro los finales románticos y felices, así imaginé yo que serían las cosas. Por todos vosotros, con mis mejores deseos, y que el año 2013 venga cargado de alegrías compartidas, porque sólo así se disfrutan de verdad.


"ALGUNAS NAVIDADES DESPUÉS...", por Olivia Ardey©

Scrooge estaba vivo, para empezar.
Y más feliz que nunca aquella tarde de Navidad. Sentado frente a la chimenea, sacudió el recipiente en el que calentaba granos de maíz y sonrió satisfecho. Gracias a aquella terrorífica noche tan lejana, supo combatir el futuro funesto que vaticinaban las visiones mostradas ante sus ojos por el tercer fantasma. ¡Bendita Navidad aquella!, porque a partir de entonces había gozado de la vida como de un regalo del destino, dichoso e inesperado.
—¿Cuándo estarán las palomitas, tío Eb? ¡Tardan mucho! —protestó el pequeño de ojos claros que tenía sentado en el regazo.
El maíz empezó a crepitar en el interior del recipiente de rejilla metálica.
—Un momento, pequeños —advirtió—. No seáis impacientes…
Los niños que se arremolinaban a su alrededor comenzaron a dar palmas, ansioso por saborear las deliciosas palomitas recién sacadas del fuego.
Hacía años que el viejo Ebenezer se había mudado de su enorme y vacía mansión para vivir en casa de su sobrino Fred, convirtiéndose así en un verdadero abuelo para sus cuatro sobrinos nietos. En ese momento se encontraba rodeado por un total de diez pequeños de todos los tamaños y edades. La casa de Fred se llenaba de amigos y parientes cada Navidad y Scrooge era feliz ejerciendo de niñero improvisado.
—¡Con cuidado! Si os arrimáis demasiado, podríais quemaros —rogó.
Una niña le acercó un bol enorme. Scrooge destapó el recipiente de hierro, pero mientras lo inclinaba estallaron un par de granos. Las palomita saltaron por los aires y los niños chillaron ante aquella inesperada tormenta de nieve, mientras el anciano reía con ganas.
—A veces pienso que eres más niño que ellos —dijo una voz a su espalda.
Scrooge miró por encima del hombro; Timothy Cratchit, lo estudiaba muy serio con las manos a la espalda. El anciano se encogió de hombros, y con una agilidad impropia de su edad, agarró el bastón y se puso en pie mientras los niños andaban a la caza de las palomitas esparcidas por la alfombra.
—La vida es muy corta, Tim; tienes que aprender a disfrutar de ella.
Estudió el gesto sombrío de aquél joven, al que quería como a un hijo. El pequeño Tiny Tim, aquél niño enfermizo, se había convertido en un hombre. Un joven alto y apuesto con mucho éxito entre las mujeres. Pero él no solía prestar atención a las miradas seductoras y suspiros femeninos que despertaba a su paso. Parecía que todo su interés se centraba en su trabajo, un puesto importante en la Banca de Londres.
Aunque el viejo Scrooge intuía que el corazón del joven latía en secreto por una mujer; por la pelirroja escocesa de ojos claros y soñadores que en ese momento Timothy contemplaba con una expresión atormentada.
—¿Has hablado con Jane? —preguntó el anciano; Timothy negó con la cabeza—. ¿Dónde está tu valentía? —lo provocó.
—No se trata de eso —replicó sin apartar la vista de la muchacha—. No puedo decirle la verdad. Me odiaría si supiera que la hemos… que yo la he estado engañando.
El joven recalcó las últimas palabras con pesar, en un tono no exento de culpa.
—Algún día tendrás que ser sincero con ella. No permitas que viva engañada. Con ello sólo consigues poner en peligro su felicidad… y la tuya.
Timothy chasqueó la lengua molesto.
Ebenezer Scrooge sacudió la cabeza refunfuñando por lo bajo. Cuando Tim le confesó meses atrás que había accedido a ayudar a su amigo Herman Black, ya le advirtió que aquél asunto no podía acabar bien. Pero él, desoyendo sus consejos, continuó con aquella farsa. El tiempo había demostrado que el que Timothy consideraba su mejor amigo, resultó ser un cobarde. Un irresponsable sin sentido del deber, que no dudó en embarcarse en el puerto de Southampton y huir rumbo a Nueva York en cuanto Jane le comunicó que iba camino de Londres dispuesta a conocerle en persona y formalizar el compromiso.
—Jane tiene un corazón enorme, creo que subestimas su capacidad para perdonar —insistió Scrooge.
—No creo en los milagros —zanjó Timothy dándole la espalda.
Scrooge contempló como el joven se alejaba hacia el otro lado del salón en busca de un grupo de invitados. Al anciano no le pasaron desapercibidas las miradas furtivas que entrecruzaban él y la bella escocesa. La expresión de Timothy reflejaba un tormento interior, con toda seguridad fruto de los remordimientos. En cambio, la mirada tímida de Jane, reflejaba azoramiento y algo que Scrooge no había olvidado: aquellos ojos eran los de una mujer apasionada.
Apoyado en su bastón, estudió a Timothy de arriba abajo recordando a aquél niño enfermizo condenado a una muerte temprana... ¿Y era él quién no creía en los milagros? ¡Qué equivocado estaba! El anciano decidió demostrarle que sólo la magia de la Navidad tiene el poder de convertir en realidad los buenos deseos y hacer posible cualquier milagro.
Al otro lado del salón, Jane escuchaba sin demasiado interés la divertida conversación que mantenía la esposa de Fred con algunas de sus invitadas. Con disimulo miró a Timothy Cratchit; él pareció percibir su escrutinio y giró la cabeza. Sus miradas se encontraron y Jane desvió la vista azorada al notar que empezaba a ruborizarse. Se sentía confusa y arrepentida; se estremecía cada vez que recordaba el cálido placer de los labios de él sobre los suyos… Nunca debió ceder a la tentación de sus besos, y se odiaba a sí misma por su propia debilidad, por haber caído en brazos del mejor amigo de su prometido. Estaba segura de que el señor Cratchit tendría un pésimo concepto de ella por su actitud libertina.
¡Maldito destino! Amaba a Herman Black, pese a haberla abandonado casi a las puertas del altar. Mientras permanecieron separados, él en Londres y ella en Escocia, logró adueñarse de su corazón con decenas de cartas llenas de ternura. La había humillado ante todo Londres y aún así lo amaba.
Pero Timothy Cratchit despertaba en ella un sentimiento desconocido, una atracción que la encendía por dentro. La mortificaban los remordimientos, porque a pesar de amar al hombre equivocado, soñaba con la magia de sus besos.
Con ayuda de su bastón, Scrooge se aproximó hasta Jane y la joven, al verlo llegar, le dedicó una amplia sonrisa. Aquél hombre que durante años cultivó fama de avaro y mezquino, se había convertido en un anciano adorable.
—Estamos en Navidad señorita Jane, es tiempo de alegría. ¿Cuál es la causa de tanta melancolía? Quizá… —sugirió mirando a Timothy.
La joven parpadeó avergonzada; Scrooge la tranquilizó con una sonrisa cómplice.
—Imagino que conoce mi situación—dijo Jane bajando la vista—, se que todo el mundo habla de ello. ¡El señor Cratchit ha sido tan amable conmigo!
—Un gesto de caballerosidad que le honra —aseguró entornando los ojos—. E imagino que se ha esforzado en consolarla.
Jane fijó la vista en sus guantes completamente ruborizada y Scrooge sospechó que las atenciones de Timothy hacia la muchacha habían sido mucho más que de un par de besos inocentes.
—Jane, créame, no debe arrepentirse de nada —aseguró para tranquilizarla—. Y no dedique ni uno de sus pensamientos a ese sujeto miserable. Él no la merecía.
—Olvidar al señor Black no será tan sencillo, señor Scrooge —murmuró con un suspiro.
—¡Si apenas se conocían! —refunfuñó.
—Se equivoca. Su comportamiento ha sido imperdonable, pero nunca podré olvidar todas y cada una de las palabras que me escribió en sus cartas.
—Es usted muy joven Jane —añadió—, y tan inocente… ¿Usted cree que de haber sentido todo el amor que le expresaba en esas cartas habría huido de usted?
La joven alzó el rostro angustiada; empezaba a sospechar que había sido víctima de un engaño.
—¿Qué quiere decir? ¿Cree que me mintió todo el tiempo?
—Tal vez —aventuró rascándose la barbilla—. Juraría que esas cartas las escribió otra mano…
Jane apretó los labios para ahogar un sollozo. Notó que se los ojos se le llenaban de lágrimas y murmurando una breve disculpa se alejó a toda prisa. Scrooge se sintió culpable al verla abandonar precipitadamente la estancia por una de las puertas de salida al balcón. Pero a pesar de ello, esbozó una sonrisa triunfal cuando vio que Timothy corría tras ella con semblante desolado. «Y ahora, a esperar que suceda el milagro», pensó mirando hacia el balcón con picardía.
Jane trataba de serenarse con ambas manos apoyadas en la balaustrada del balcón. Cuando oyó que la puerta se abría a su espalda, giró la cabeza y se secó las lágrimas a toda prisa a fin de mantener la compostura.
—Señor Cratchit…
—Señorita McRee, permítame —murmuró quitándose la chaqueta para cubrirle los hombros—. Quiero que sepa que abomino del comportamiento imperdonable de Herman Black.
—Gracias —susurró ella en voz baja—. El primo Fred ha sido tan amable brindándome su hospitalidad. Comprenda lo bochornoso que sería para mí regresar a Escocia y…
—Señorita… ¡Oh, Jane! Esto es absurdo —protestó con un suspiro de impotencia—. No podemos guardar las formas de este modo después de todo lo que hemos compartido… —susurró abrazándola por detrás.
—No… no estuvo bien —titubeó arrepentida.
—Cada vez que pienso lo que estás sufriendo por culpa de ese desalmado… sería capaz de matarlo con mis propias manos —masculló con ira contenida.
Notó que se ella se agitaba por los sollozos, y haciéndola girar entre sus brazos, la abrazó con fuerza. Jane recostó la cabeza sobre su pecho sin poder contener el llanto.
—Jane, permite que cuide de ti —murmuró apoyando la mejilla en su cabeza—. Me atormenta pensar que no sientes nada por mí, que todo tu amor pertenece a Black. Pero me conformaré con lo que estés dispuesta a darme. Por favor, cásate conmigo y me harás el hombre más feliz de la tierra.
—No puedo —sollozó—. No sería justo.
—No te pido que me ames.
—No lo entiendes —le explicó más serena.
Timothy sacó un pañuelo de su bolsillo y le secó las lágrimas con delicadeza. Ella alzó el rostro para mirarle a los ojos.
—Acabo de descubrir que he sido víctima de una broma abominable por parte de ese hombre y de alguien que se prestó a colaborar en el engaño. Ahora tengo la certeza de que no fueron suyas ni una sola de las palabras que lograron conquistar mi corazón.
—Jane, debes saber…
—No sería justo para ti que aceptara ser tu esposa, cuando estoy enamorada de un desconocido que me dedicó las cartas más maravillosas que una mujer pueda soñar.
Timothy se quedó sin aire, la abrazó con muchísima fuerza; Jane podía sentir los latidos acelerados de su corazón en su mejilla.
—Jane, ¿estás segura de amar a ese hombre?
—Con todo mi corazón —sollozó de nuevo.
—¿Tanto como para perdonar? —ella alzó el rostro y lo miró perpleja; él respiró hondo antes de continuar—. ¿Y si ese hombre no hubiese mentido? ¿Si todo lo que decían las cartas fuera cierto?
Jane le tapó la mano con la boca para impedir que continuara hablando. Durante unos segundos se olvidó hasta de respirar; no podía apartar sus ojos de los de él. Retiró la mano de su boca y acarició su mejilla.
—Si todo lo que decían las cartas era verdad —logró decir por fin—; no se trataría de un engaño. ¿Tú…? —él asintió en silencio, y ella exhaló todo el aire contenido en sus pulmones—. ¡Debería abofetearte!
Pero en lugar de cumplir con su amenaza, se abrazó muy fuerte a él, escondió el rostro en su pecho y comenzó a reír con suavidad.
—Jane, Herman nunca ha sido un hombre paciente —le explicó—. Me rogó que le ayudara a redactar las cartas que te enviaba con la excusa de que no sabía cómo cortejar a una mujer. Supongo que al principio le pareció divertida la idea de la seducción, pero nunca estuvo dispuesto a asumir un compromiso.
—Maldito embustero —masculló furiosa, pero extrañamente feliz— y maldito tú también.
—Lo que empezó como un juego, pronto se convirtió en algo demasiado serio para mí. Ansiaba recibir tus cartas y lo único que me mantenía cuerdo era poder compartir contigo todo lo que tengo aquí dentro —dijo llevándose la mano de ella a su pecho—. Cuando llegaste de Escocia sólo podía pensar en tenerte aunque fuera una vez, en besarte hasta robarte el aliento, en acariciarte una y mil veces.
—¿Y no se te ocurrió pensar cuánto sufría yo? ¡Me atormentaban los remordimientos!
—¿Por qué? —preguntó sinceramente sorprendido.
—Acababa de romper mi compromiso —alegó incómoda—. Y desde la primera vez que te vi, la pasión se impuso a mi voluntad y me dejé dominar por el deseo —confesó en voz baja—, con un descaro que escandalizaría...
Él le tomó la barbilla y la miró a los ojos.
—¿Deseo? —preguntó en tono íntimo.
Ella asintió con la cabeza. Timothy la atrajo por la nuca y se apoderó de su boca abriéndole los labios con codicia, buscando la caricia de seda de su lengua, loco por saciarse de ella, de su sabor. Cuando por fin se separaron, se miraron a los ojos con la respiración agitada y él apoyó su frente en la de ella.
—¿Seguro que todo en esas cartas era cierto? —preguntó Jane.
—Cada palabra.
—Dicen que los ingleses prefieren a las mujeres de cabellos oscuros —dijo dudosa—. ¿Es cierto que adoras…?
—¿Tus «rizos de fuego»? —recordó con media sonrisa lo que había escrito en una de las cartas.
—¿Y las pecas sobre mi nariz?
—«Polvo de estrellas» —recordó también en voz baja—. Y ahora, dime que te casarás conmigo.
—Sí —susurró.
Ella le rodeó el cuello con los brazos para devorarse con un beso largo y sensual.
—Puedo oír tu corazón —dijo Jane acariciando su pecho.
—«En mi interior un volcán» —recordó Tim de nuevo las cartas besándola en el cuello.
—«Y yo lava pegada a ti» —continuó ella, cada vez más osada.
—¿A quién amas, Jane? —le mordisqueó la mandíbula.
—A ti.
La boca de él inició un sensual recorrido a lo largo de su cuello.
—Porque yo te amo con desesperación —confesó sin dejar de besarla y notó que ella se estremecía entre sus brazos—. «Siempre mía, Jane» —murmuró buscando su boca—, «yo dentro de ti y tú…»
—«…para siempre en tus brazos prisionera» —susurró en sus labios antes fundirse en el más apasionado de los besos.

Portada del para mí mejor ilustrador de todos los tiempos, Norman Rockwell, para el Saturday Evening Post del 15 de diciembre de 1934. Bob Cratchit con su hijo Tiny Tim en brazos y la famosa frase del pequeño "Que Dios nos bendiga a todos".


domingo, 23 de diciembre de 2012

Cocina y literatura, dos grandes placeres


Cuando leo me encanta descubrir las recetas escondidas en las páginas de las novelas. Saber lo que comen los personajes me ayuda a conocerlos mejor y a situarme en el ambiente en que se mueven.
En mi columna DEL LIBRO AL PALADAR de la web literaria LA PLUMA AFILADA voy dejando mi opinión sobre algunos libros que me han gustado especialmente, junto con la receta de cocina que esconden sus páginas.
Quiero agradecer a sus autores este delicioso regalo gastronómico-literario. Todas las recetas, desde entrantes hasta el coctel final, las he descubierto de su mano. Así pues, gracias a Lydia Leyte Coello (ensalada de garbanzos y pimientos en EL FUEGO ENVUELVE TU NOMBRE), Anne Perry (sopa de cebolla en LOS ROBOS DE RUTLAND PLACE), Liza Marklund (pastel de patatas en STUDIO SEX), Mary Higgins Clark (lingüini con le vongole en LE GUSTA LA MÚSICA, LE GUSTA BAILAR), Donna Leon (risotto ai funghi en LA OTRA CARA DE LA VERDAD), Claudia Velasco (fish and chips en EL CIELO EN LLAMAS), Sebastian Junger (pastel de pescado en LA TORMENTA PERFECTA), Federico Moccia (rape con salsa de naranja en ESTA NOCHE DIME QUE ME QUIERES), Juan Ballester (perdices con chocolate en EL EFECTO STAR LUX), Megan Maxwell (pollo al ajillo en LAS RANAS TAMBIÉN SE ENAMORAN), Suzanne Collins (cordero con ciruelas en LOS JUEGOS DEL HAMBRE), Lia Levi (bizcocho en LA ESPOSA GENTIL), Patricia Sutherland (mermelada de frambuesas en PRINCESA) y Lorenzo Silva (gimlet en LA MARCA DEL MERIDIANO).
Si quieres ideas sencillas y deliciosas para tus menús navideños, tomar nota de las recetas o leer mi opinión sobre todas estas novelas, pincha aquí:



viernes, 14 de diciembre de 2012

Atención, escritoras/es: I Certamen literario LEER Y LEER 2013



La Editorial Vestales y la web Escribe Romántica han abierto el plazo de presentación de manuscritos 

I CERTAMEN LITERARIO "LEER Y LEER" 2013

Se admitirán obras incluidas dentro del género de la literatura romántica en todos sus subgéneros y recursos literarios (paranormal, regencia victoriana, histórica, chick-lit, sentimental, medieval, timetravel, suspense, vaqueros, erótica, jeques, etc)


¡¡¡Suerte a todos los que os animéis a participar!!!

jueves, 6 de diciembre de 2012

Oferta Navidad Libritienda Éride: DELICIAS con 20% de descuento



Hoy empieza la oferta de Navidad de Libritienda Éride donde encontraréis un montón de libros con un 20% de descuento.
Desde el 6 de diciembre hasta el 6 de enero 
DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN 
por sólo 11'20 €

Este detalle se agradece, ya que durante estas fechas en que el presupuesto se dispara y los libros son siempre el regalo perfecto. No dejes pasar la ocasión porque descuentos tan grandes no se repiten. Pincha AQUÍ y date un paseo por la Libritienda de Éride Ediciones porque hay más títulos en promoción. 

Y además, si quieres leer, regalarte o sorprender a una persona querida estas navidades, también tienes con un 5% de descuento DAMA DE TRÉBOLES en todas estas librerías on line.








lunes, 3 de diciembre de 2012

Phillip Taviani o el encanto de ser diferente


Hoy se celebra el Día Internacional de la Discapacidad y, está mal que yo lo diga, pero Phillip Taviani es un personaje de los que no se olvidan. Descarado, mandón, seductor, un auténtico encantador de serpientes y no sólo en la ficción. Se me fue la mano con él, porque muy a mi pesar tiene más fans que mi querido y admirado Kenneth Callahan, el protagonista de la novela y eterno héroe en la sombra. Nunca imagine hasta qué punto las lectoras caerían rendidas al encanto de Phillip.

Si habéis leído DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN entenderéis por qué esta entrada va dedicada a él, un personaje de ficción que ha logrado enamorar a múchísimas mujeres a pesar del ser diferente. Phillip Taviani es ciego, un veterano de la Gran Guerra que, por el contrario de algunas novelas románticas que he leído, nunca recobrará la vista -no es un spoiler, con este dato entenderéis mejor su manera de ser-.
Biblioteca de campaña en Camp Sheridan, Mongómeri (Alabama) a disposición de los reclutas antes de ser movilizados y para los soldados heridos retornados del frente de Europa durante la I Guerra Mundial

Indudablemente el accidente lo convirtió en un luchador, dispuesto a superarse cada día y para ello aprendió a leer en braille en tiempo récord...

Washington Talking Book and Braille. Biblioteca de audiolibros y en lengua braille. Iniciativas como ésta merecen un aplauso.

Es capaz de dirigir un hotel de lujo porque sabe rodearse de personas en las que puede confiar; si era inseparable de Kenneth desde la infancia, la ceguera tuvo el poder de unir aún más a estos dos hombre que, más que amigos, se consideran hermanos.


"—Philip Taviani no es ningún inválido —exclamó indignada; la mujer titubeó nerviosa, pero Stella no la dejó intervenir—. Al contrario, es tan válido como cualquiera. Es un hombre valiente que ha conseguido suplir con tesón los inconvenientes de su ceguera. Tan intuitivo que no necesita ver para dirigir su hotel y tan inteligente como para saber rodearse de personas de su confianza en las que delegar.
La señora farfulló una excusa y se alejó roja de vergüenza. Stella giró en redondo y se encaminó a toda prisa hacia el balcón. Kenneth la siguió. Stella trataba de abrir las puertas cuando él le cubrió las manos con una de las suyas.
—No me creo que vayas a salir de su vida sin pelear." 
DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, capítulo 14.

El éxito de un discapacitado, personaje inusual en el género, me supone una satisfacción personal porque hay quien opina  que no se pueden publicar novelas románticas sin un perfecto príncipe azul. No estoy de acuerdo con este cliclé y los lectores que son quienes compran los libros está visto que tampoco. Para ejemplo el éxito rotundo de QUÉDATE A MI LADO, la novela valiente de Noelia Amarillo protagonizada por un "sin techo", durante meses en los primeros puestos de las listas de ventas y que ya va a traducirse a otras lenguas. Lo que importa es que el libro contenga una buena historia, con hombres y mujeres creíbles y no existe nada más fantasioso e irreal que la perfección. Lo importante de un personaje es que llegue al corazón del lector.
Como diría mi querida Megan Maxwell los príncipes azules también destiñen y yo añado que a veces, como Phillip, se ayudan de un bastón blanco (que como explico en la nota de la autora al final de la novela, es una licencia que me tomé ya que éste se inventó en 1921, dos años después de la época en que transcurre la novela. Y quiero que se sepa que es un invento argentino, por "mis argentinas" de aquí Judit Blasco y Patricia Sutherland y por todas las lectoras amigas que tengo en aquella tierra).

Biblioteca Braille en la India

Uno de mis héroes por excelencia, Edward Rochester, también pierde la vista y ello no le restó ni una pizca de atractivo, ni a mis ojos de lectora ni a los de la inolvidable Jane Eyre.
Michael Fassbender y Mia Wasikowska como Rochester y Jane en la versión cinematográfica de 2011 de la margnífica novela de Charlotte Brönte.

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