lunes, 21 de mayo de 2012

Curiosidades históricas en mis novelas. El reloj.


El reloj es un objeto cotidiano constante en mis dos novelas. Quizá porque el tiempo es una de las grandes claves de la vida, es precisamente a ese modesto aparato de medición al que se atribuye tanto en una como en otra un significado especial. En DAMA DE TRÉBOLES está presente ya en la primera escena. Un reloj de pared da fe de las peligrosas partidas de poker que tenían lugar en el casto saloncito de la difunta Cordelia.
Reloj de pared s. XIX

"...sabía que McNabb arrastraba fama de jugador temerario. El reloj de pared que lucía un disparo en plena esfera, gracias al cual jamás señalaría otra hora que las doce y diez, daba fe de ello." DAMA DE TRÉBOLES, capítulo 1

Simboliza también el pasado de Linnette. Gracias a su padre adoptivo sioux, es el único vínculo que conserva de su familia y gracias al cual Ethan consigue probar... Ay, no puedo desvelar más.

Reloj de bolsillo s. XIX

"Linette reconoció la bolsa ritual en forma de tortuga que su padre siempre llevaba al cuello. El otro corazón. Ahora sabía que aquellos latidos correspondían al «tic-tac» de un reloj." DAMA DE TRÉBOLES, capítulo 8

Y es precisamente en ese reloj, su única posesión material y que ella decide regalarle a Ethan, donde Linette grabará el shamrock que simboliza su unión más allá de la muerte.

Reloj colgante de oro victoriano con
un shamrock grabado en la tapa de granates y perlas.

"Bajó la cabeza y, al ver la cadena que sobresalía del bolsillo del chaleco, sacó el reloj. Al abrirlo se le hizo un nudo en la garganta.
—Linette…
Cuando algo se proponía… En el interior de la tapa, se había entretenido en dibujar con un clavo afilado un shamrock, su señal para la vida eterna."

En 1884, año en que transcurre la novela, sólo existía el reloj de bolsillo y, excepcionalmente, algunas mujeres usaban el de broche o colgante. Entrados en el siglo XX, ambos convivieron con el recién aparecido reloj de pulsera.

Reloj femenino de broche 1900

"La mujer la miró de soslayo y comprobó la hora en su reloj de broche como si le disgustase que no se hubiese retrasado ni un minuto.
—Es puntual —comentó en tono distante—. Cuanto antes le explique sus funciones, mejor."  DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, capítulo 3

A principios del siglo XX el reloj de pulsera se concebía como un complemento de uso exclusivamente femenino. Fue durante la I Guerra Mundial, cuando la casa Cartier en 1917 lanza el modelo Tank inspirado en los tanques oruga vistos desde arriba, para las tropas aliadas que liberaron europa, porque su uso permitía mirar la hora sin necesidad de soltar el arma. 
Casa Cartier en el 13 Rue de la Paix, París. Año 1899


No se comercializó hasta acabada la contienda en 1919, pero el famoso modelo cuadrado sigue fabricándose hoy día, casi cien años después de ver la luz el primer prototipo. Como el que Laura le regala a Kenneth en DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, símbolo además de que el valor de un regalo va más allá de su precio en dólares.




Modelo de pulsera Tank de Cartier 1917

Diseño del modelo Tank, a imitación de 
un tanque visto desde arriba (imagen propiedad de Archives Cartier)


"—Parece que las cosas van a toda velocidad —dijo escrutando sus ojos—. Y por lo que veo empiezan a rondar las fronteras de lo íntimo —dedujo de su sonrisa—. ¿Qué le has regalado tú?
—Un reloj de pulsera —dijo sin darle ninguna importancia.
Años atrás se tenía por cosa de mujeres, pero en la guerra se popularizó entre las tropas porque permitía su uso sin soltar el arma. Kenneth, como muchos veteranos, desde entonces había desterrado el reloj de bolsillo." DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, capítulo 10

Como Kenneth, muchos veteranos de guerra se acostumbraron a ulitizarlo tras regresar del frente de Europa, hecho que relegó el uso del reloj de bolsillo a los hombres de mayor edad.
Patente Cartier de la primera correa de cuero para el modelo Tank

En esta novela el reloj cobra un significado entrañable en el caso de Phillip, ya que es ese gesto cómplice e íntimo que sólo Stella se toma la libertad de hacer por él.

"Le emocionó la complicidad con que Stella sacaba el reloj del bolsillo de Phillip para informarle de la hora. Desde que perdió la vista, a su nieto no le quedó más remedio que prescindir de él por lo embarazoso que le resultaba tener que pedir ayuda. Pero ahora volvía a utilizarlo, ya que Stella era la única persona en el mundo con licencia para meter la mano en sus bolsillos." DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, capítulo 11

Hasta aquí un poco de la historia del reloj, un elemento tan habitual en nuestras vidas. Estos detalles cotidianos en apariencia insignificantes son los que confieren realidad a nuestras historias de ficción.





14 comentarios :

Menchu Garcerán dijo...

Que entrada más chuls. Me encanta.

Olivia Ardey dijo...

¡Y a mí me encanta que te encante, Menchu! Un beso y gracias por la visita.

CuEnTaLiBrOs dijo...

Yo también soy una admiradora de los relojes, me gustan mucho, peor no me había parado a saber tanto sobre ellos, así que te agradezco esta entrada, ha sido muy bonita. Un besillo Olivia y buena semana!

Xavier Beltrán dijo...

¡Cómo olvidar ese majestuoso reloj de pared! Es un detalle que me quedó marcado al leer la novela.

Un besito.

Olivia Ardey dijo...

Gracias, Marilú y Xavi, por vuestras palabras. Me alegra que os haya gustado. Si nos paramos a mirar con atención, las novelas de ficción encierran grandes historias que a primera vista pasan desapercibidas. Un beso.

Sianny dijo...

MA-RA-VI-LLO-SO

Algunas veces pasan desapercibidos como bien dices, Olivia, pero son estos detalles los que enriquecen la novela.

Besos

Aran dijo...

Gracias por "culturizarme" un poquito Olivia;). Me ha parecido muy curioso la historia del modelo de Cartier.
Besos!

Olivia Ardey dijo...

Jajajaa... Sianny, Arantxa, me gusta que os haya entretenido un poquillo. Besos.

Lydia Leyte dijo...

¡Ayyyy, mi niña! Cuánto aprendo contigo. Me encantan estos articulitos con tantas anécdotas entremezcladas con claves de tus novelas. Y qué fotos tan interesantes. Lydia Leyte

Olivia Ardey dijo...

Es que mezclar realidad y ficción es lo que más me gusta de esto de escribir. Un beso, Lydia.

Yolanda Gil dijo...

Qué pasada! Lo que he aprendido en unos minutos. ASí da gusto. Besos

Olivia Ardey dijo...

Para que luego digan que la novela romántica no tiene sustancia, ¿no crees, Yolanda? Un beso.

Unknown dijo...

Hola Olivia,
Fíjate cuánta importancia tiene un objeto tan simple como un reloj. Resulta abrumador comprobar cuánto dependen nuestras vidas de él. Gracias por lo que nos enseñas a través de tus novelas, echaba en falta historias que instruyen a la vez que entretienen.
Besos.

Olivia Ardey dijo...

Y tanto que sí, Miranda. Hoy día dependemos del reloj... tanto como entonces, las cosas no cambian. Un beso y mucha suerte con tu nueva novela que ya la he visto anunciada en novedades FNAC.

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