domingo, 16 de septiembre de 2012

Ketchup



"—No es mi trabajo lo que me preocupa; si una puerta se cierra, otra se abrirá. Si no es en Nueva York, puedo irme a trabajar a Pittsburgh con ellos.
—Ellos son soldadores.
—Si no lo lograra en las acereras, buscaría empleo en la gran fábrica de ketchup —alegó tan campante." DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, capítulo 9.


Cuando escribía DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN y supe que el ketchup que hoy conocemos nació en Pittsburgh, por el cariño que tengo a mi querida peña española "LOS DE PATA NEGRA", quise hacer un pequeño homenaje a esta salsa mundialmente conocida. Pittsburgh no sólo fue la ciudad del acero donde tenían sus fábricas los grandes magnates de Nueva York en las que se fabricaban las vigas para la construcción de los rascacielos.
Juanjo y Rachael, de la Peña Los de Pata Negra, que me enviaron
este recuerdo suyo con la novela y del Heinz Stadium de Pittsburgh, el famoso campo de futbol americano

El artífice fue un alemán, Henry John Heinz, que tuvo la idea de comercializar a escala industrial las recetas de conservas de su madre.
Henry John Heinz

Empezó con rábanos, luego con pepinillos, hasta que en 1876 añadió tomate a la receta de una salsa inventada en China y que los marinos ingleses llevaron a Inglaterra en el siglo XVII.
Publicidad del s. XIX de los pepinillos Heinz

Henry John Heinz no tuvo que luchar con competidores, ya que apostó siempre por la calidad. Su principal escollo consistió en vencer la arraigadísima costumbre de las amas de casa estadounidenses de elaborar sus propias conservas caseras. En las grandes ciudades, por el tipo de vida más rápido, el ketchup embotellado se popularizó enseguida.
Fábrica de Pittsburgh a finales del XIX

Heinz no sólo fue un buen fabricante sino un visionario; como muestra esta anécdota: el primer luminosos de neón que se exhibió en Times Square fue el de los pepinillos en conserva Heinz nada menos que en 1915.
Esquina de Times Square con Brodway en 1915

Como pequeño mérito español a este invento, Heinz compró en 1940 una empresa mexicana de conservas, cuyos dueños eran españoles, y adquirió de ese modo una nueva receta para su salsa que es la que hoy seguimos consumiendo.
Heinz fue uno de tantos ejemplos de inmigrante emprendedor que logró el sueño americano y, cómo son las cosas, lo logró con una modesta salsa de tomate embotellada que hoy está presente en casi todas las neveras del mundo, en todos los restaurantes de comida rápida e incluso en la Estación Espacial Internacional.


"—Carne de dudosa procedencia, patatas fritas a la francesa regadas con tomate embotellado y bebida dulce —enumeró cambiando de tema—. Al final acabará poniéndose de moda." DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, capítulo 7.

Pues sí, tal como decía Phillip en la novela, acabó poniéndose de moda y todo indica que durará muchos siglos más.

Fuentes:
Heinz
Foodimentary


14 comentarios :

Rahelilla ★ dijo...

Que curioso.

Me ha gustado mucho la entrada, me ha recordado a un documental que ví sobre los hermanos Davidson, la verdad es que estas personas tan visionarias son de admirar (y de envidiar hehee).

Muchos besos Olivia.

Olivia Ardey dijo...

Pues sí, la historia la escriben hombres como Heinz y hay que ver cuánta historia encierra una modesta botella de ketchup. Un beso.

Unknown dijo...

A veces olvidamos que lo que hoy en día nos parece tan natural y cotidiano tuvo un principio y tiene una historia que contar. Hacía tiempo que conocía la biografía de este gigante de los negocios. Una prueba palpable de que para triunfar no es necesario engañar a los demás.

Un beso.

Olivia Ardey dijo...

Y tanto que sí, hombres como éste no se dan mucho, no. Un beso, Miranda.

Lydia Leyte dijo...

Como de costumbre, un comentario instructivo y bellísimo. Adoro los pepinillos, y esas estampillas... ¡qué preciosas!

Olivia Ardey dijo...

Gracias, Lydia. La de secretos que encierran nuestras novelas, ¿a que sí? Un beso.

Elizabeth Bowman dijo...

Cuando leo me gusta que esa lectura sea didáctica y consiga enseñarme cosas nuevas. Al fin y al cabo una buena lectura debería ofrecernos entretenimiento y cultura al mismo tiempo; por ello la labor de los escritores debe ser muy cuidada y minuciosa.

Gracias por este apunte tan interesante, aunque no sea especial consumidora de este brebaje escarlata ;D

Un saludo, Olivia.

Aran dijo...

Me gustan mucho tus entradas temáticas. Son evocadoras y muy curiosas. La de hoy especialmente porque me encantan el ketchup;)
Se nota lo mucho que te documentas para tus libros. Y que lo disfrutas.
Un besote

Olivia Ardey dijo...

Chicas, esta pequeñas curiosidades dan vidilla a las novelas. Así me lo parece a mí, ja ja. Un beso.

SUSANNA dijo...

Hola guapa tu

Muchas gracias por compartir tanta información, interesante por cierto.

He visto que eres amiga de Chus
http://chusmaker.blogspot.com.es/ es que hace más de un año que no se de ella, de vez en cuando la visito y le dejo algún mensaje,...solo quiero sabe que esté bien, y que si no publica no es más que porque no le apetece....no es para hacer el fingón, solo que estoy preocupada por su ausencia...

mil petonets y gracias por anticipado Susanna

Olivia Ardey dijo...

Gracias por la visita, susana. Chus esta liadisima pero muy bien. Yo la sigo en facebook. Besos

SUSANNA dijo...

Hola Oliva guapa tu

Fa molt de temps que et tinc controlada...je,je,

mil petonets Susanna

Olivia Ardey dijo...

He afegit el teu bloc a la llista dels meus llocs preferits, Susanna. Besets.

Lydia Leyte dijo...

Me apasionan las informaciones que nos das, porque no solo pertenecen a tus novelas, sino a nuestras propias vivencias. No suelo tomar kepchup, pero de tanto en tanto lo uso en salsas. ya te pasaré la receta de uno casero que es delicioso. No sé lo que opinará el señor Heinz, jejejeje

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