domingo, 9 de octubre de 2011

De relatos y relatores, una pasión compartida.

El lunes pasado estuve en la presentación en FNAC Valencia de un libro muy especial. Rosario Raro y Juan Luis Bedins hicieron los honores a una antología que, como todos los años, se edita con los relatos creados por los alumnos de los distintos talleres literarios que ellos dos dirigen. En esta ocasión, con doble alegría, porque por fin una editorial ha apostado por la calidad de todos estos escritores que en la brevedad expresan vidas enteras. Mi felicitación a Editorial Hipálage. La valentía de su editor, en un mundo que se rige por "tanto vendes, tanto vales", se ha visto recompensada con el éxito que está teniendo LOS RELATORES, así se titula esta estupenda antología.

Disfruté con las palabras de Verónica Segoviano, profesora de Guión Cinematográfico en la Universitat Jaume I de Castellón y autora del prólogo. Qué gran verdad es que la lectura es un placer que nos regalamos a nosotros mismos. Qué afortunados quienes se atreven a poner por escrito aquello que la mente y los sentimientos le dictan. Narraciones largas o breves con las que logramos tocar corazones ajenos y, en palabras de Verónica, cuando salimos de ellas, somos otros.
Subió al estrado Ángel Latorre, participante en la antología, para leernos su relato MI LEJANA, DESCONOCIDA Y SENSIBLE CIBERAMANTE, con el que fue ganador absoluto del Certámen Tecnocuento de RNE 5.0. Por cierto, Ángel ha sido elegido este año como Mejor Profesor de España por los alumnos de Psicología.
Fayne Dominguez, rapsoda sin igual, nos deleitó con la lectura de QUERIDO DOCTOR ASPERGER de otro "relator": Enric Serra Prades, al que tuve el gusto de conocer en enero de 2010 cuando me invitaron a hablar sobre el proceso creador de mi novela DAMA DE TRÉBOLES en la Universitat Jaumer I. Enric obtuvo con este emocionante poema el Primer Premio de poesía individual de la Fundación Orange.
No dejéis de leerlos porque de verdad merece la pena.

Hubo dos palabras que se repitieron esa tarde: NOSOTROS y HUMILDAD. Me impresionó la modestia de "los relatores", algunos de ellos premiados y con un currículum profesional extraordinario. Gozan y se duelen en el proceso de creación literaria, pero disfrutan de hacerlo en compañía de quienes comparten la misma pasión: esa es y no otra la finalidad enriquecedora de los talleres literarios. Como dijo Rosario, no es mucho lo que puede enseñar un "profesor" de taller a "alumnos" tan excelentes en su singularidad, todos y cada uno de ellos, sin excepción. Porque excelente es, lo haga con mayor o menor pericia, aquél que tiene algo que contar, tiene la valentía de hacerlo por escrito y la osadía de mostrarlo al mundo.

Me habría gustado que esa tarde hubiesen estado allí esos que, con una ligereza tan arrogante, denostan los talleres literarios -con especial inquina hacia los de narrativa romántica-. "A escribir se aprende escribiendo", argumentan. Claro que sí, y a andar se aprende andando; pero nada comparable a la seguridad que infunde la mano firme que nos ayuda a dar los primeros pasos. El lunes pasado, en la FNAC de Valencia, quizá habrían entendido que en los talleres literarios no se aprende a escribir sino a compartir.

2 comentarios :

el amor y otras psicopatías dijo...

Preciosa entreda Olivia, los sentimientos está claro que están ahí pero si alguien te enseña a plasmarlos, te ahorras mucho tiempo y alguna que otra vergüenza.
La técnica es muy importante y como una amiga me dijo una vez, a la hora de publicar si lo que envías no está bien presentado, cabe la posibilidad de que ni lo lean. Compartir que palabra más bonita.

Olivia Ardey dijo...

Me alegra que te guste, Bela. Te habría encantado estar en esa presentación. Un beso.

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