“Aquel cuerpo no pertenecería ya más al de una virgen pura,
él mismo se había encargado de mancillarlo y vejarlo a conciencia… Una punzada
en la ingle le recordó aquellos momentos tan intensos y placenteros… Eros y
Tanatos, el máximo placer para un esteta…”
CRÍMENES EXQUISITOS
Nieves
Abarca y Vicente Garrido
Ediciones
Versátil, 2012
SINOPSIS: El cuerpo de Lidia Naveria,
una joven de la alta sociedad coruñesa, aparece flotando en el estanque de
Eiris recreando la famosa Ofelia de Millais. ¿Qué relación tiene este crimen
con el macabro asesinato acontecido meses antes en la Abadía de Whitby? La
inspectora Valentina Negro, con ayuda del famoso criminólogo Javie
Cuánto
he disfrutado con este libro lleno de sorpresas, que combina goce, estética y
muerte. Puro deleite para los amantes del género, que no se conforman con relatos
de crímenes de leer y olvidar. Esta novela va más allá, no se queda en el
“cómo”, sino que nos estimula la adrenalina y el ansia por conocer el “por
qué”. El lector de novela negra es un sibarita de las emociones, en continua
búsqueda de esa suma de tama, prosa y personajes que lo mantenga con el corazón
al galope hasta la última página. Yo he disfrutado de este libro, con un argumento
soberbio y brillante en la manera de contarlo, que alterna pasajes inquietantes,
sobresaltos y tensión. Y he agradecido esos guiños de ironía oscura tan
mediterránea que los coautores dejan caer de tanto en tanto para aliviar una
historia espeluznante como pocas.
En
España se ha escrito, y se escribe, excelente novela negra. Si García Pavón nos
enamora del escenario y las costumbres, Vazquez-Montalbán o Silva consiguen que
nos encariñemos con el muerto, Abarca y Garrido logran que nos seduzca el asesino,
de una personalidad compleja que nos apasiona e incita a devorar el libro para
entender qué clase de demonios le soplan al oído y lo empujan a matar.
Gran
acierto también, a mi parecer, el de la localización. Se acostumbra a asociar
el delito con grandes escenarios urbanos, por eso la intriga se multiplica
cuando el crimen sucede en una tranquila comunidad rural o, como en este caso, sacude
la calma cotidiana de una capital de provincia.
Me han
encantado también esos imperceptibles retazos de realidad, que son la sal de
las historias de ficción. Como el hecho de que quien ve la muerte de cara,
indefenso como un niño, sólo es capaz de suplicar en su lengua materna. O la
importancia con que se cuida cada personaje, por modesta que sea su presencia.
Ninguno sobra, cada cual tiene su función en una novela en la que nada está
puesto al azar y que está construida sobre un armazón meticulosamente bien
ensamblado en el que cada tornillo cuenta.
De
entre todos ellos, me quedo con la señora Maruja y sus galletas de clavo y
jengibre. Un personaje de ambiente que, por sí solo y con cuatro gestos,
muestra más de la ciudad y las personas que la habitan que diez párrafos de
descripción costumbrista.
Os
invito a que probéis estas deliciosas galletitas extraídas de la novela, irresistibles
como el final colosal que nos regalan los coautores para deleite de los fieles
al género.
GALLETAS
DE CLAVO Y JENGIBRE
Ingredientes:
180 g de harina
50 g de azúcar moreno
65 g de mantequilla en pomada
2 c.s. de caramelo líquido
½ c.s. de bicarbonato
1 c.s. de jengibre rallado
¼ de c.s. de clavo molido
50 g de azúcar moreno
65 g de mantequilla en pomada
2 c.s. de caramelo líquido
½ c.s. de bicarbonato
1 c.s. de jengibre rallado
¼ de c.s. de clavo molido
Azúcar
glass para espolvorear
Preparación:
Precalentar
el horno a 170º y colocar una hoja de papel sulfurizado en la bandeja de horno.
Echar la mantequilla, el caramelo y el azúcar en una sartén y calentar a fuego
bajo, removiendo hasta alcanzar una textura uniforme. Retirar del fuego.
Tamizar 160 g
de harina, las especias y el bicarbonato, y añadir al preparado hasta formar
una masa. Espolvorear con el resto de la harina la mesa de trabajo y estirar
con rodillo hasta 5 mm
de espesor. Usar unos cortapastas con forma de abeto y de estrella para hacer
las galletas. Colocar sobre el papel en la bandeja y hornear 10 min a 170º,
hasta que se doren los bordes. Retirar del horno y dejar enfriar un poco.
Quitar el papel y enfriar del todo. Colocar las galletas en una fuente,
espolvorear con azúcar glas y servir.
Buen
provecho y feliz lectura.
OLIVIA ARDEY
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