domingo, 26 de septiembre de 2010

APPLE PIE



De los Estados Unidos se dice que son beisbol, perritos calientes, Chevrolet y tarta de manzana. Otro día hablaré de los hot dogs; hoy quiero destacar la relevancia de un elemento tan familiar como el apple pie.
Tanto en DAMA DE TRÉBOLES, mi primera novela publicada, como en DELICIAS Y SECRETOS (inédita por el momento), he pretendido resaltar la grandeza de lo cotidiano. La primera transcurre en los alrededores de Denver y la segunda en la ciudad de Nueva York. Este y Oeste, por ello en ambas he incluido dos visiones muy diferentes de la repostería, afición que constituye todo un símbolo de la cultura popular norteamericana.
Desde la costa atlántica hasta la orilla del Pacífico, el aroma de una tarta de manzana enfriándose en el alfeizar evoca el calor de hogar de antaño. Esa es la sensación que quise reflejar en DAMA DE TRÉBOLES, donde Linette causa admiración por su buena mano para elaborar tartas, habilidad de la que sabe sacar buen provecho. En DELICIAS Y SECRETOS, Laura sueña con aprender los secretos de la alta repostería de un afamado maître pâtissier, para idear por sí misma novedosas creaciones basadas en los dulces tradicionales estadounidenses.
Los pasteles consistentes en un forro de masa que se cocía con un relleno dulce o salado, se conocen en Europa desde la antigüedad por su facilidad para conservar y transportar alimentos perecederos. Así en el siglo XVII, cuando los llamados Padres Peregrinos llegaron a las costas de Massachusetts, llevaron consigo la costumbre de hacer pasteles que debieron adaptar a la escasez de alimentos disponibles. En esa época se limitaron a cocinarlos con bayas silvestres.
Años después, llegaron a las costas de Nueva Inglaterra los primeros esquejes y semillas de manzano procedentes de Europa. Y a mediados del XIX, con el fenómeno migratorio hacia el Oeste, las caravanas transportaron plantones en barriles a través del Camino de Oregón, extendiéndose de ese modo el cultivo de este frutal por todo el país.

Manzano histórico en el estado de Washington, plantado en 1826.

En cuanto a las recetas de la tarta de manzana, se usan tantas como distintas fueron las nacionalidades de los emigrantes que arribaron a los Estados Unidos a lo largo del siglo XIX: al estilo alemán, que se caracteriza por la cobertura en forma de rejilla, al estilo sueco o el apflestrudel austro-húngaro...
Aquí os dejo el enlace donde encontraréis la receta del "Pastel de Manzana de la Cosecha", el genuíno country apple pie que aparece en DAMA DE TRÉBOLES, que encierra el sabor del más puro Oeste, guardián de las viejas tradiciones y de la cultura de los pioneros.

Y aquí la imagen y receta de una Tarte Tatín que elaboré yo misma ayer por la tarde, como un guiño al repostero francés por el que Laura escapa de Boston a Nueva York en DELICIAS Y SECRETOS. Un dulce exquisito que simboliza el espíritu de las ciudades de la costa Este durante el siglo XIX, cosmopolitas y abiertas a nuevas modas.

Tarta Tatín de manzana horneada por Olivia.


Dos postres con un elemento común tan humilde como la manzana, y dos realidades muy distintas de un mismo país, las llanuras de Colorado y las calles de Nueva York, que he querido reflejar en cada una de mis novelas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

DONUTS

Ilustración antigua de una Donut's Store

Es hora de hablaros de mi segunda novela, DELICIAS Y SECRETOS, que por ahora está inédita y espero que pronto podáis encontrar en las librerías. Transcurre en Nueva York entre noviembre de 1919 y el día de San Valentín (¡qué día más romántico!) de 1920.
Como lectora, me apasionan las novelas que incluyen detalles cotidianos de la época en que transcurren. Creo que es la mejor manera para entender el modo de vida y por ello me fascina incluír en las mías esos objetos o detalles modestos, anónimos, que acompañan a diario a mis personajes porque creo que eso ayuda a conocerlos mejor. Cuando empecé con la documentación de DELICIAS Y SECRETOS, me enamoré de esa época de entre-guerras tan poco común en la novela romántica. Entre otras cosas, por el cambio que se produjo en el estilo de vida al incorporarse la mujer al trabajo fuera de casa.

Antiguo cartel publicitario 
 

Ello propició el auge de la comida rápida, ya que el ama de casa no disponía de tiempo para dedicarse a los fogones. Si a eso añadimos las largas distancias entre la casa y el trabajo en una ciudad tan grande, que en esa época ya contaba con 4.000.000 de habitantes, no nos extrañará que floreciesen los puestos de comida para llevar.
Entre los alimentos más populares se encontraban los DONUTS. Su antepasado es el olykoek (bollo de aceite) de Holanda, que los primeros colonos holandeses llevaron consigo a la isla que compraron a los indios (Manhattan) y llamaron Nueva Amsterdam. Empezaron entonces a llamarlos dough nut (nuez de pasta). En 1847, el marino Hanson Gregory inventó el típico agujero para facilitar la fritura, hecho que se recuerda con una placa de bronce en su ciudad natal en Maine.
La primera referencia escrita a los donuts es de 1908 y nos llega de la mano de Wasington Irving en su "Historia de Nueva York".
 Donut store de la época
 

Con todos estos antecedentes, no podía dejar de incluir en DELICIAS Y SECRETOS este elemento cotidiano tan arraigado en la Gran Manzana. Y lo hice gracias a al empeño de Hosanna Parra, amiga y estupenda escritora, que tenía especial ilusión por una escena en que una de las adorables abuelitas que pululan a diario por el Hotel Taormina asocia los donuts a episodios de su juventud... muy pícaros.

Antigua furgoneta de reparto
Y como la Gran Guerra es un hecho que supone un antes y un después en los personajes principales de mi novela, os diré que el 5 de junio está declarado el Día Nacional del Donut, en recuerdo de la misión del Ejército de Salvación que en 1917 en un alarde de coraje se dedicó a repartir donuts y café en plenas trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Año 1917. Voluntarias del Ejército de Salvación repartiendo donuts y café en las trincheras del frente, en Francia durante la Gran Guerra.

Confieso que no pude resistirme a la tentación, así que ayer me pasé la tarde en la cocina ¡haciendo donuts! Tan orgullosa estoy del resultado que quiero compartir la foto con vosotros.
Los donuts caseros de Olivia, con la receta de Chus


Aunque el mérito es de Chus que a través de su magnífico blog de cocina me facilitó la receta, una valenciana que con 19 años lo dejó todo por amor y desde entonces reside en Monterrey (México) felizmente casada y con tres hijos estupendos. Como véis, las historias románticas no sólo están en los libros.