Historia de un libro liberado

Hoy voy a contaros una manía mía que, cuando la comento con algunas lectoras, sorprende y escandaliza bastante. Creo firmemente que los libros tienen que ir de mano en mano. En las estanterías de mi casa sólo los leo yo, o mi familia, en cambio, si circulan de lector en lector se aprovechan de verdad porque muchas personas disfrutan de ellos.
Por eso, yo no conservo los libros que leo, salvo algunos muy queridos y especiales (y aún así, tengo la casa llena). Tal como los termino, los regalo a otras personas, los dono a una biblioteca pública o los libero.

Esto último suelo hacerlo en los dos puntos de libros libres que frecuento: el de la piscina donde asisto a clases de Pilates y el que existe la biblioteca donde trabajo. Las free libraries, o puntos de libros libres, son pequeños espacios donde las personas pueden llevarse libremente y también depositar libros para que vayan de mano en mano, de lector en lector.
Pero la novela que liberé la semana pasada, no la dejé en un lugar público, como un banco del parque, un autobús, el alféizar de una ventana o la sala de espera de la consulta médica. En esta ocasión, suena a paradoja decir que liberé un libro cuando lo que hice fue encerrarlo en un armario.
Hay una casa en la playa, con un armario blanco vacío, cuyo único habitante es una novela de bolsillo. La casa de una escritora, por cierto.

No es romántica al uso, pero cuenta una gran historia de amor. Es uno de esos libros a los que la cubierta y título no hacen justicia, lamentablemente. La única edición que me gusta es la inglesa, las cubiertas francesa, española y americana se alejan mucho de la historia que contiene. VINCE & JOY Y LAS TRAMPAS DEL DESTINO creo que merecía más cuidado por parte de los diseñadores gráficos y editores. En la edición USA, ¿cómo se les ocurre poner a una rubia de larga melena en la tapa, cuando Joy tiene el pelo negro y ese es un dato fundamental en la trama de la novela?
No sé en qué manos acabará, espero que quien lo tome en las suyas sepa disfrutarlo porque contiene una historia muy bonita.