viernes, 30 de diciembre de 2016

Me escribe desde Chile una lectora ciega.


Vosotras y vuestras opiniones, lectoras y lectores, sois mi mejor premio. 
Me escribe María José desde Chile y me ha emocionado porque tiene mucho en común con el personaje de Phillip Taviani, a quien dediqué la entrada El encanto de ser diferente
Por eso, con su permiso, quiero compartir su mensaje con vosotras.

Qué tal Olivia, un gusto saludarte. Soy María José, profesora y persona ciega, te escribo desde Chile, desde el primer minuto me llamo la atención lo informada que estabas respecto a nuestra situación, lamentablemente en nuestro país, aún no es así.
Y hasta que no vi tu nota, me dejaba intranquila lo del bastón blanco, jaja... Es una historia con una gran cantidad de detalles, muy bien descrita me encanta y no solo por hablar abiertamente de ello, sobretodo ambientada en ese siglo, si no también por la trama de la historia, que engancha desde el principio.
Encantada con cada uno de los personajes. Abrazos afectuosos, y ya estoy lista para gracias a la tecnología poder leer los próximos libros que vengan. Mucho éxito,
María José
PD.
Me Refiero al libro Delicias y secretos en Manhattan. Cariños.

Os lo aseguro, no existe premio mejor que vuestras palabras. ¡Gracias y feliz 2017!

martes, 27 de diciembre de 2016

Super sorteo 25 lotes/25 ganadores EN EL MUNDO DE LA FANTASÍA


Qué gran sorteo organiza el blog "En el mundo de la fantasía". 25 lotes/25 ganadores.
Y entre todos ellos, puedes conseguir un ejemplar digital de UN DUQUE SIN HONOR.

Para concursar, pincha aquí. ¡Suerte!

UN DUQUE SIN HONOR en el periódico El Comercio de Ecuador


Tremenda sorpresa me ha dado esta mañana Carmen Elena desde Quito. Me ha enviado las fotos de mi novela UN DUQUE SIN HONOR destacada y recomendada en El Comercio, el periódico de mayor tirada nacional de Ecuador.
Y es que esta obra corta ambientada en la regencia inglesa está enamorando a las lectoras de uno y otro lado del Atlántico.
Mi agradecimiento a los redactores de la publicación por destacar un libro romántico en su sección de cultura. Las lectoras y lectores somos legión y nos alegramos de que nuestro género preferido se codee con el resto de obras de la narrativa.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Hoy 26 de diciembre, mis libros y chat en directo en la radio de California (USA)


Hoy 26 de diciembre, en LA HORA ROMÁNTICA de Divinas Lectoras en la cadena Radio Voces Unidas de California, USA, chat en directo. Ceci y Gabi charlaran sobre un libro mío, ¿adivinas cuál? 
Y de premio, un ejemplar en ebook se sorteará entre las participantes del chat.
Recuerda:
13.00 h Los Ángeles
15.00 h México
16.00 h Colombia y Venezuela
18.00 h Argentina, Uruguay y Brasil
22.00 h España


ESCÚCHALO Y PARTICIPA EN ESTE ENLACE

sábado, 24 de diciembre de 2016

¿Nunca te has preguntado que fue de Mr. Scrooge y Tiny Tim?


Hace años imaginé un final para esa pequeña joya que nos dejó Charles Dickens titulada CANCIÓN DE NAVIDAD. Y, como ya es tradición, con este relato os deseo unas felices fiestas de Navidad y un año 2017 lleno de sueños cumplidos.



"ALGUNAS NAVIDADES DESPUÉS...", por Olivia Ardey©

Scrooge estaba vivo, para empezar.
Y más feliz que nunca aquella tarde de Navidad. Sentado frente a la chimenea, sacudió el recipiente en el que calentaba granos de maíz y sonrió satisfecho. Gracias a aquella terrorífica noche tan lejana, supo combatir el futuro funesto que vaticinaban las visiones mostradas ante sus ojos por el tercer fantasma. ¡Bendita Navidad aquella!, porque a partir de entonces había gozado de la vida como de un regalo del destino, dichoso e inesperado.
—¿Cuándo estarán las palomitas, tío Eb? ¡Tardan mucho! —protestó el pequeño de ojos claros que tenía sentado en el regazo.
El maíz empezó a crepitar en el interior del recipiente de rejilla metálica.
—Un momento, pequeños —advirtió—. No seáis impacientes…
Los niños que se arremolinaban a su alrededor comenzaron a dar palmas, ansioso por saborear las deliciosas palomitas recién sacadas del fuego.
Hacía años que el viejo Ebenezer se había mudado de su enorme y vacía mansión para vivir en casa de su sobrino Fred, convirtiéndose así en un verdadero abuelo para sus cuatro sobrinos nietos. En ese momento se encontraba rodeado por un total de diez pequeños de todos los tamaños y edades. La casa de Fred se llenaba de amigos y parientes cada Navidad y Scrooge era feliz ejerciendo de niñero improvisado.
—¡Con cuidado! Si os arrimáis demasiado, podríais quemaros —rogó.
Una niña le acercó un bol enorme. Scrooge destapó el recipiente de hierro, pero mientras lo inclinaba estallaron un par de granos. Las palomita saltaron por los aires y los niños chillaron ante aquella inesperada tormenta de nieve, mientras el anciano reía con ganas.
—A veces pienso que eres más niño que ellos —dijo una voz a su espalda.
Scrooge miró por encima del hombro; Timothy Cratchit, lo estudiaba muy serio con las manos a la espalda. El anciano se encogió de hombros, y con una agilidad impropia de su edad, agarró el bastón y se puso en pie mientras los niños andaban a la caza de las palomitas esparcidas por la alfombra.
—La vida es muy corta, Tim; tienes que aprender a disfrutar de ella.
Estudió el gesto sombrío de aquél joven, al que quería como a un hijo. El pequeño Tiny Tim, aquél niño enfermizo, se había convertido en un hombre. Un joven alto y apuesto con mucho éxito entre las mujeres. Pero él no solía prestar atención a las miradas seductoras y suspiros femeninos que despertaba a su paso. Parecía que todo su interés se centraba en su trabajo, un puesto importante en la Banca de Londres.
Aunque el viejo Scrooge intuía que el corazón del joven latía en secreto por una mujer; por la pelirroja escocesa de ojos claros y soñadores que en ese momento Timothy contemplaba con una expresión atormentada.
—¿Has hablado con Jane? —preguntó el anciano; Timothy negó con la cabeza—. ¿Dónde está tu valentía? —lo provocó.
—No se trata de eso —replicó sin apartar la vista de la muchacha—. No puedo decirle la verdad. Me odiaría si supiera que la hemos… que yo la he estado engañando.
El joven recalcó las últimas palabras con pesar, en un tono no exento de culpa.
—Algún día tendrás que ser sincero con ella. No permitas que viva engañada. Con ello sólo consigues poner en peligro su felicidad… y la tuya.
Timothy chasqueó la lengua molesto.
Ebenezer Scrooge sacudió la cabeza refunfuñando por lo bajo. Cuando Tim le confesó meses atrás que había accedido a ayudar a su amigo Herman Black, ya le advirtió que aquél asunto no podía acabar bien. Pero él, desoyendo sus consejos, continuó con aquella farsa. El tiempo había demostrado que el que Timothy consideraba su mejor amigo, resultó ser un cobarde. Un irresponsable sin sentido del deber, que no dudó en embarcarse en el puerto de Southampton y huir rumbo a Nueva York en cuanto Jane le comunicó que iba camino de Londres dispuesta a conocerle en persona y formalizar el compromiso.
—Jane tiene un corazón enorme, creo que subestimas su capacidad para perdonar —insistió Scrooge.
—No creo en los milagros —zanjó Timothy dándole la espalda.
Scrooge contempló como el joven se alejaba hacia el otro lado del salón en busca de un grupo de invitados. Al anciano no le pasaron desapercibidas las miradas furtivas que entrecruzaban él y la bella escocesa. La expresión de Timothy reflejaba un tormento interior, con toda seguridad fruto de los remordimientos. En cambio, la mirada tímida de Jane, reflejaba azoramiento y algo que Scrooge no había olvidado: aquellos ojos eran los de una mujer apasionada.
Apoyado en su bastón, estudió a Timothy de arriba abajo recordando a aquél niño enfermizo condenado a una muerte temprana... ¿Y era él quién no creía en los milagros? ¡Qué equivocado estaba! El anciano decidió demostrarle que sólo la magia de la Navidad tiene el poder de convertir en realidad los buenos deseos y hacer posible cualquier milagro.
Al otro lado del salón, Jane escuchaba sin demasiado interés la divertida conversación que mantenía la esposa de Fred con algunas de sus invitadas. Con disimulo miró a Timothy Cratchit; él pareció percibir su escrutinio y giró la cabeza. Sus miradas se encontraron y Jane desvió la vista azorada al notar que empezaba a ruborizarse. Se sentía confusa y arrepentida; se estremecía cada vez que recordaba el cálido placer de los labios de él sobre los suyos… Nunca debió ceder a la tentación de sus besos, y se odiaba a sí misma por su propia debilidad, por haber caído en brazos del mejor amigo de su prometido. Estaba segura de que el señor Cratchit tendría un pésimo concepto de ella por su actitud libertina.
¡Maldito destino! Amaba a Herman Black, pese a haberla abandonado casi a las puertas del altar. Mientras permanecieron separados, él en Londres y ella en Escocia, logró adueñarse de su corazón con decenas de cartas llenas de ternura. La había humillado ante todo Londres y aún así lo amaba.
Pero Timothy Cratchit despertaba en ella un sentimiento desconocido, una atracción que la encendía por dentro. La mortificaban los remordimientos, porque a pesar de amar al hombre equivocado, soñaba con la magia de sus besos.
Con ayuda de su bastón, Scrooge se aproximó hasta Jane y la joven, al verlo llegar, le dedicó una amplia sonrisa. Aquél hombre que durante años cultivó fama de avaro y mezquino, se había convertido en un anciano adorable.
—Estamos en Navidad señorita Jane, es tiempo de alegría. ¿Cuál es la causa de tanta melancolía? Quizá… —sugirió mirando a Timothy.
La joven parpadeó avergonzada; Scrooge la tranquilizó con una sonrisa cómplice.
—Imagino que conoce mi situación—dijo Jane bajando la vista—, se que todo el mundo habla de ello. ¡El señor Cratchit ha sido tan amable conmigo!
—Un gesto de caballerosidad que le honra —aseguró entornando los ojos—. E imagino que se ha esforzado en consolarla.
Jane fijó la vista en sus guantes completamente ruborizada y Scrooge sospechó que las atenciones de Timothy hacia la muchacha habían sido mucho más que de un par de besos inocentes.
—Jane, créame, no debe arrepentirse de nada —aseguró para tranquilizarla—. Y no dedique ni uno de sus pensamientos a ese sujeto miserable. Él no la merecía.
—Olvidar al señor Black no será tan sencillo, señor Scrooge —murmuró con un suspiro.
—¡Si apenas se conocían! —refunfuñó.
—Se equivoca. Su comportamiento ha sido imperdonable, pero nunca podré olvidar todas y cada una de las palabras que me escribió en sus cartas.
—Es usted muy joven Jane —añadió—, y tan inocente… ¿Usted cree que de haber sentido todo el amor que le expresaba en esas cartas habría huido de usted?
La joven alzó el rostro angustiada; empezaba a sospechar que había sido víctima de un engaño.
—¿Qué quiere decir? ¿Cree que me mintió todo el tiempo?
—Tal vez —aventuró rascándose la barbilla—. Juraría que esas cartas las escribió otra mano…
Jane apretó los labios para ahogar un sollozo. Notó que se los ojos se le llenaban de lágrimas y murmurando una breve disculpa se alejó a toda prisa. Scrooge se sintió culpable al verla abandonar precipitadamente la estancia por una de las puertas de salida al balcón. Pero a pesar de ello, esbozó una sonrisa triunfal cuando vio que Timothy corría tras ella con semblante desolado. «Y ahora, a esperar que suceda el milagro», pensó mirando hacia el balcón con picardía.
Jane trataba de serenarse con ambas manos apoyadas en la balaustrada del balcón. Cuando oyó que la puerta se abría a su espalda, giró la cabeza y se secó las lágrimas a toda prisa a fin de mantener la compostura.
—Señor Cratchit…
—Señorita McRee, permítame —murmuró quitándose la chaqueta para cubrirle los hombros—. Quiero que sepa que abomino del comportamiento imperdonable de Herman Black.
—Gracias —susurró ella en voz baja—. El primo Fred ha sido tan amable brindándome su hospitalidad. Comprenda lo bochornoso que sería para mí regresar a Escocia y…
—Señorita… ¡Oh, Jane! Esto es absurdo —protestó con un suspiro de impotencia—. No podemos guardar las formas de este modo después de todo lo que hemos compartido… —susurró abrazándola por detrás.
—No… no estuvo bien —titubeó arrepentida.
—Cada vez que pienso lo que estás sufriendo por culpa de ese desalmado… sería capaz de matarlo con mis propias manos —masculló con ira contenida.
Notó que se ella se agitaba por los sollozos, y haciéndola girar entre sus brazos, la abrazó con fuerza. Jane recostó la cabeza sobre su pecho sin poder contener el llanto.
—Jane, permite que cuide de ti —murmuró apoyando la mejilla en su cabeza—. Me atormenta pensar que no sientes nada por mí, que todo tu amor pertenece a Black. Pero me conformaré con lo que estés dispuesta a darme. Por favor, cásate conmigo y me harás el hombre más feliz de la tierra.
—No puedo —sollozó—. No sería justo.
—No te pido que me ames.
—No lo entiendes —le explicó más serena.
Timothy sacó un pañuelo de su bolsillo y le secó las lágrimas con delicadeza. Ella alzó el rostro para mirarle a los ojos.
—Acabo de descubrir que he sido víctima de una broma abominable por parte de ese hombre y de alguien que se prestó a colaborar en el engaño. Ahora tengo la certeza de que no fueron suyas ni una sola de las palabras que lograron conquistar mi corazón.
—Jane, debes saber…
—No sería justo para ti que aceptara ser tu esposa, cuando estoy enamorada de un desconocido que me dedicó las cartas más maravillosas que una mujer pueda soñar.
Timothy se quedó sin aire, la abrazó con muchísima fuerza; Jane podía sentir los latidos acelerados de su corazón en su mejilla.
—Jane, ¿estás segura de amar a ese hombre?
—Con todo mi corazón —sollozó de nuevo.
—¿Tanto como para perdonar? —ella alzó el rostro y lo miró perpleja; él respiró hondo antes de continuar—. ¿Y si ese hombre no hubiese mentido? ¿Si todo lo que decían las cartas fuera cierto?
Jane le tapó la mano con la boca para impedir que continuara hablando. Durante unos segundos se olvidó hasta de respirar; no podía apartar sus ojos de los de él. Retiró la mano de su boca y acarició su mejilla.
—Si todo lo que decían las cartas era verdad —logró decir por fin—; no se trataría de un engaño. ¿Tú…? —él asintió en silencio, y ella exhaló todo el aire contenido en sus pulmones—. ¡Debería abofetearte!
Pero en lugar de cumplir con su amenaza, se abrazó muy fuerte a él, escondió el rostro en su pecho y comenzó a reír con suavidad.
—Jane, Herman nunca ha sido un hombre paciente —le explicó—. Me rogó que le ayudara a redactar las cartas que te enviaba con la excusa de que no sabía cómo cortejar a una mujer. Supongo que al principio le pareció divertida la idea de la seducción, pero nunca estuvo dispuesto a asumir un compromiso.
—Maldito embustero —masculló furiosa, pero extrañamente feliz— y maldito tú también.
—Lo que empezó como un juego, pronto se convirtió en algo demasiado serio para mí. Ansiaba recibir tus cartas y lo único que me mantenía cuerdo era poder compartir contigo todo lo que tengo aquí dentro —dijo llevándose la mano de ella a su pecho—. Cuando llegaste de Escocia sólo podía pensar en tenerte aunque fuera una vez, en besarte hasta robarte el aliento, en acariciarte una y mil veces.
—¿Y no se te ocurrió pensar cuánto sufría yo? ¡Me atormentaban los remordimientos!
—¿Por qué? —preguntó sinceramente sorprendido.
—Acababa de romper mi compromiso —alegó incómoda—. Y desde la primera vez que te vi, la pasión se impuso a mi voluntad y me dejé dominar por el deseo —confesó en voz baja—, con un descaro que escandalizaría...
Él le tomó la barbilla y la miró a los ojos.
—¿Deseo? —preguntó en tono íntimo.
Ella asintió con la cabeza. Timothy la atrajo por la nuca y se apoderó de su boca abriéndole los labios con codicia, buscando la caricia de seda de su lengua, loco por saciarse de ella, de su sabor. Cuando por fin se separaron, se miraron a los ojos con la respiración agitada y él apoyó su frente en la de ella.
—¿Seguro que todo en esas cartas era cierto? —preguntó Jane.
—Cada palabra.
—Dicen que los ingleses prefieren a las mujeres de cabellos oscuros —dijo dudosa—. ¿Es cierto que adoras…?
—¿Tus «rizos de fuego»? —recordó con media sonrisa lo que había escrito en una de las cartas.
—¿Y las pecas sobre mi nariz?
—«Polvo de estrellas» —recordó también en voz baja—. Y ahora, dime que te casarás conmigo.
—Sí —susurró.
Ella le rodeó el cuello con los brazos para devorarse con un beso largo y sensual.
—Puedo oír tu corazón —dijo Jane acariciando su pecho.
—«En mi interior un volcán» —recordó Tim de nuevo las cartas besándola en el cuello.
—«Y yo lava pegada a ti» —continuó ella, cada vez más osada.
—¿A quién amas, Jane? —le mordisqueó la mandíbula.
—A ti.
La boca de él inició un sensual recorrido a lo largo de su cuello.
—Porque yo te amo con desesperación —confesó sin dejar de besarla y notó que ella se estremecía entre sus brazos—. «Siempre mía, Jane» —murmuró buscando su boca—, «yo dentro de ti y tú…»
—«…para siempre en tus brazos prisionera» —susurró en sus labios antes fundirse en el más apasionado de los besos.

Portada del para mí mejor ilustrador de todos los tiempos, Norman Rockwell, para el Saturday Evening Post del 15 de diciembre de 1934. Bob Cratchit con su hijo Tiny Tim en brazos y la famosa frase del pequeño "Que Dios nos bendiga a todos".

viernes, 23 de diciembre de 2016

Del libro al paladar: Plum cake y no-reseña de LA ESTANCIA de Pedro Brotini


Hoy voy a recomendaros un libro que me ha llegado al corazón. Retomo así mi antigua costumbre de no-reseñar libros y compartir con vosotros la receta de las que degustan los personajes de la novela.

LA ESTANCIA, novela de Pedro Brotini, publicada por la editorial murciana La Fea Burguesía, es una de esas historias que ya sabía que me iba a emocionar incluso antes de abrirla. A su autor lo conocí por casualidad, al caer en mis manos EL TIEMPO DE LAS PALABRAS AZÚLES, su primera novela y ganadora del Premio Volkswagen-Qué leer. Después de leer esta entrañable historia, se convirtió en uno de mis escritores preferidos. Por eso me alegré tanto al saber que publicaba una nueva obra. Por cierto, os recomiendo su blog EL PRIMER MARCAPÁGINAS en la revista Hola.com, donde habla sobre libros y cine.

LA ESTANCIA es un libro al que su portada (colores desvaídos, tipografía descuidada), lamentablemente,  no hace justicia al contenido. Y es esa historia que contiene la que me ha llegado tanto que en ocasiones derramaba una lágrima y al momento me brotaba la sonrisa.

Esta aventura en busca de un libro perdido encantará a todo aquél que ame la lectura, en especial a los bibliófilos. En esa intriga, como hilo conductor, se apoya el autor para narrar la búsqueda del lugar de cada uno en la vida, de la importancia de querernos y que nos quieran, de amar, de las segundas oportunidades, de aprender a no dar ninguna batalla por perdida y de lo bonito que es tener sueños hasta el úntimo instante de nuestra vida.

Recuerdo una charla que mantenía el mes pasado, en Mallorca y frente a dos tazas de café, con mi amiga y lectora Carmen Martínez. Me decía "yo quiero que los libros siempre me enseñen algo". ¡Cuánto he aprendido yo leyendo LA ESTANCIA! Sobre ese "año sin verano", fruto de la erupción de un lejano volcán, que difuminó el color del cielo con ceniza y tan bien supo inmortalizar el pintor Turner en sus cuadros. Y también alteró el clima de modo que lord Byron y sus círculo de amigos practicantes del amor libre (sorprendida me quedé al investigar sobre sus andanzas) se vieron confinados en aquella villa a orillas del lago Constanza. Jugaron a contar y crear historias de fantasmas, allí nacieron EL VAMPIRO de Polidori y el FRANKENSTEIN de Mary Shelley. Quién sabe si alguna más que nunca llegó a nuestras manos... O sí. No diré más, tendréis que deshilar la madeja  leyendo a Pedro Brotini.

Y llegados a este punto os preguntaréis, ¿y dónde está la receta? Hace años colaboraba en La Pluma Afilada con mi sección DEL LIBRO AL PALADAR, compilación de libros que me han gustado y las recetas culinarias que he extraído de sus páginas. Cuando esta web desapareció, fue Melibro.com la que me brindó su espacio para mi colaboración esporádica. También desaparecida, a partir de ahora será desde este blog donde comparta mis no-reseñas literarias con sorpresa gastronómica.

Casi al final de LA ESTANCIA, las dos protagonistas son invitadas a un té con plum cake.

ENGLISH PLUM CAKE

Este tradicional y conocido pastel, según las recetas del siglo XVII se refería a un bizcocho de pasas de Corinto y no de ciruelas (plum), según The British Baker Magazine.
Ingredientes:

  • 250gr Mantequilla
  • 230gr Azúcar
  • 460gr Harina
  • 14gr Impulsor (Royal)
  • 1/2 Cucharadita de Bicarbonato Sódico
  • 4 Huevos
  • 1 Copa generosa de Cognac
  • 100gr de Ciruelas Pasas previamente maceradas en el Cognac
  • 50gr Naranja Confitada
  • Guindas confitadas
Mezclar todos los ingredientes batiendo muy bien. Poner la masa en un molde engrasado y dejarlo 12 horas en el frigorífico. Precalentar el horno a 200ºC, meter el bizcocho y bajar la temperatura a 180ºC. Cocer durante 60 minutos o hasta que el plum-cake adquiera un color dorado.


jueves, 22 de diciembre de 2016

A Javier Sanz, con mi agradecimiento infinito


Mi última obra publicada, UN DUQUE SIN HONOR, novela corta en ebook del sello Zafiro de Grupo Planeta, está dedicada a Javier Sanz, alma de la bitácora HISTORIAS DE LA HISTORIA. Ya que de su mano publiqué mi primer relato y, por eso mismo, creo que sus historias de la historia fueron el principio de la mía como escritora.
Fue hace ya mucho, allá por 2009, que mi relato ENTRE LAS AGUAS Y EL CIELO se alzó con el segundo premio en el concurso de relato histórico convocado en por él en colaboración con Toisón Ediciones. Gracias a ello se publicó en la REVISTA MEDIEVAL.
Años después, mi relato LA CHICA DE LA ISLA fue elegido el mejor relato del año y publicado en el primer número de la revista ENTROPÍA (Gram Editorial) de narraciones ilustradas.
Si no conocéis de HISTORIAS DE LA HISTORIA, os la recomiendo. Es una de las pocas webs que sigo, esperando con ganas sus artículos sobre curiosidades históricas.

Fue gracias a un artículo de Javier como conocí la existencia de las llamadas granjas de niños, tristemente populares en la inglaterra victoriana. Impresionada por esta realidad que siempre supera la ficción, quise imaginar un final feliz para uno de esos pobres chiquillos. Así nació la historia de Jeremy que es el fundamento de UN DUQUE SIN HONOR.

Así que, querido amigo que me empujaste a escribir y siempre avivas mi imaginación, va por ti esta novela corta a la que tengo tanto cariño.
Javier Sanz es autor de varios libros de anécdotas que no encontrarás en los libros de Historia, publicados por la editorial Anaya. Recomendadísimos para aprender de la manera más amena.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

La jungla de las letras destaca UN VERANO EN LA PROVENZA


Muchas son las reseñas que se publican sobre mis libros. Y he de reconocer lo afortunada que me siento porque la inmensa mayoría siempre han sido positivas, desde que publiqué DAMA DE TRÉBOLES hace ya ocho años.
Pero quiero compartir esta última que realizada por "La jungla de las letras" a cerca de UN VERANO EN LA PROVENZA. Dice cosas muy buenas sobre la historia, pero me ha llamado la atención que destaque la originalidad de la estructura narrativa frente a otras novelas románticas al uso. Desde aquí doy las gracias a Angie Ballester, a quien no conozco pero me encantaría para dárselas en persona. Puedes leer su reseña pinchando aquí.
Os recomiendo esta web literaria porque sus contenidos son muy interesantes, ya que abarcan todos los géneros.  Formada por varios escritores, dos profesores universitarios, tres críticos literarios y dos periodistas culturales, constituyen un espacio, en sus propias palabras, "donde los acontecimientos y fenómenos sociales y culturales de nuestro entorno coexisten con el pasado, presente y futuro de la literatura, en lengua castellana y sin fronteras".
Y si quieres conocer más opiniones, reseñas y críticas realizadas a mis libros, pincha en este enlace.

martes, 20 de diciembre de 2016

UN DUQUE SIN HONOR, entre los ebooks más vendidos de La Casa del Libro


Menuda alegría ver la lista de los ebooks más vendidos en La Casa del Libro, y entre títulos y autores tan destacados de distintos géneros literarios.
Qué bien que la narrativa romántica sea tan apreciada por los lectores. ¡Gracias a todos vosotros por acoger tan bien UN DUQUE SIN HONOR!

lunes, 19 de diciembre de 2016

UN DUQUE SIN HONOR, lectura semanal recomendada


El Paraíso de los Libros Perdidos ha tenido el detalle de escoger UN DUQUE SIN HONOR como uno de sus dos libros recomendados de la semana.
Lo describen como "una novela corta pero intensa". Y de lord Kedwell, en su reseña, dicen que es un "un hombre que lucha por lo que quiere, que ignora las leyes no escritas de la alta sociedad y se guía por el corazón, ese es Damien".

En cuanto a Oriana, la definen así: "Ella es el reflejo de lo que un duque jamás debería tener cerca y a pesar de ello, se convierte en alguien fundamental en su vida".
Una pareja, como veis, explosiva. Creedme, su historia no os dejará indiferentes.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Recomendación de la semana en EL RINCÓN DE LA NOVELA ROMÁNTICA


Una alegría más que me llega de la mano de EL RINCÓN DE LA NOVELA ROMÁNTICA. Y es que la web decana de nuestro país especializada en el género literario romántico destaca como libro recomendado de la semana mi novela BÉSAME Y VENTE CONMIGO, que acaba de reeditarse incluyendo como regalo la secuela DOCE CAMPANADAS Y UN BESO.
Por cierto, lectura ideal para las fiestas que están a punto de llegar. Te invito a leer las estupendas opiniones que las lectoras llevan dejando en esta web desde su primera edición en 2013.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

UN DUQUE SIN HONOR, mi nueva novela histórica


Acaba de publicarse UN DUQUE SIN HONOR, mi nueva novela corta de género romántico histórico, dentro del sello Zafiro de Grupo Planeta y gracias a Esther Escoriza, que le ha dado cabida en el catálogo de la editorial. El apoyo de las editoriales es vital para que la romántica histórica, un clásico literario, siga enamorando a las lectoras como lleva haciendo desde hace décadas.

Me pedíais histórica y decidí daros el gusto al más puro estilo de la narrativa romántica. Esta vez viajamos a la regencia inglesa de la mano de lord Kedwell y lady Oriana Williams. ¿Queréis saber cuál es el secreto que puede unir o separar para siempre a esta apasionada pareja?

Pues entonces no lo pienses más  viaja hasta la Inglaterra del siglo XIX. Damien es el duque de Kedwell, un hombre hecho a sí mismo, fuerte y musculoso gracias al trabajo físico; guapo y seductor, odia a su padre, quien le hizo pagar la muerte de su amada esposa al nacer.

Oriana es una joven viuda que ha sufrido el desprecio de su familia política. Es discreta y abnegada pero al mismo tiempo, valiente y protectora. A lo largo de la historia iremos conociendo el proceso que sigue el duque para poder perdonar a su padre muerto. El amor de Oriana resulta vital en ese proceso.
En palabras de mi editora, "una historia que nos descubre que los pecados, igual que los secretos, se disfrutan más cuando son compartidos. Una novela corta bien escrita y muy agradable de leer, que puede gustar tanto a las lectoras de Regencia como a lectoras que no hayan tenido ningún contacto con el subgénero ya que la actitud, el lenguaje y la relación entre los protagonistas es muy fresca."

SINOPSIS:
Todo Londres sabe que Damien Murray es un libertino con una vida indigna de un lord. Pero su padre ha muerto y, durante la lectura del testamento, el flamante duque de Kedwell recibe dos desagradables noticias: que existe un heredero desconocido y que debe cumplir ciertas cláusulas testamentarias si quiere recibir su parte del legado.
La encargada de velar por que tal disposición se cumpla es lady Oriana Williams, madre del pequeño rival que le ha arrebatado la mitad de su herencia. Damien acepta con desagrado la compañía de Oriana en un viaje con cuatro destinos. Muy a su pesar, no puede evitar sentirse atraído por esa dama indomable de aspecto sereno, con la lengua rápida y demasiado joven para lucir ropas de viuda.
A lady Williams aún le duele el desprecio de la familia de su difunto marido, más por su hijo que por sí misma. Pronto descubre que ese lord de sonrisa maliciosa no es el sinvergüenza que aparenta, sino un hombre que ha sufrido y creció sin conocer el afecto. Damien le despierta sentimientos que creía dormidos y no sospecha que ella guarda un terrible secreto que puede unirlos más allá del deseo o separarlos para siempre.

Las primeras opiniones no se han hecho esperar y estoy impresionada por lo positivas que son. El duque está gustando tanto que me siento muy afortunada de tener lectoras tan apasionadas.

Ya tenemos primera reseña, estupenda también, en el blog literario Mundo de Fantasía.

Y ¿sabes lo mejor? UN DUQUE SIN HONOR cuesta sólo 1'99€ o 2'04$ en Amazon USA donde ya se ha colocado en el puesto nº 24 de los libros más vendidos de ficción histórica en español.
Puedes conseguir el ebook en Nubico, El Corte Inglés, Casa del Libro, FNAC y otras muchas librerías on line. Incluso en Barnes&Noble, la más grande de los Estados Unidos. Además de en AMAZON, GOOGLE PLAY e iTunes APPLE.

Y mi enorme gracias a todas y todos por la fantástica acogida que estáis dando al duque que, hoy mismo, aparece en el número 2 de los más vendidos, codo a codo con el finalista del Premio Planeta 2016.

martes, 13 de diciembre de 2016

Mis libros en Barnes & Noble


UN DUQUE SIN HONOR y varios libros míos, podéis conseguirlos también en BARNES & NOBLE, la mayor librería de los Estados Unidos.
Cuatro de ellos en formato digital. Y también en edición impresa EN LA TOSCANA TE ESPERO, editado por Ediciones B México.


viernes, 2 de diciembre de 2016

Las lectoras de Serbia disfrutan con REGÁLAME PARÍS


Tres opiniones han compartido en la web de Editorial Laguna y las tres son de 5 estrellas. No puedo estar más contenta, viendo cómo gusta REGÁLAME PARÍS entre las lectoras de Serbia.
La última de ellas me ha gustado muchísimo. AlekxandraH dice: "Si quieres sentirte optimista, lee esta hermosa novela". Qué bonito consejo.

POKLONI MI PARIZ.... "Romantično, bajkovito, duhovito, roman koji predlažem čitati ako želite da se osjećate optimistično. Čitajte ovaj lijepi roman i ako jednostavno želite da ugodno i s osmjehom na licu provedete nekoliko sati uz njegove simpatične i živopisne likove i njihove zgode i nezgode, a posebna preporuka za sve one koji vole Pariz, pa i za one druge, morat ćete ga zavoljeti!" (AlekxandraH)

Abierto plazo inscripción VII Encuentro RA


Acaba de abrirse el plazo de inscripción para participar en el VII Encuentro RA, congreso decano español de literatura romántica.
Tendrá lugar en Madrid en febrero de 2017 y, puesto que no me he perdido ninguna de las siete ediciones, ya estoy inscrita... ¿Quién se anima?
Toda la información en este enlace.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Sorteo varios lotes literarios en facebook


Enhorabuena al grupo facebook L@s auténtic@s devoralibros por sus 3.000 seguidores. Y para celebrarlo, han organizado un sorteo múltiple. Entra en el enlace del aniversario y participa en cada uno de los lotes de marcapáginas y muchas cosas más. Entre los regalos, puedes conseguir este lote de puntos de libro y un llavero de UN VERANO EN LA PROVENZA.

martes, 29 de noviembre de 2016

La importancia de compartir los recuerdos


La semana pasada asistí a una representación teatral muy especial. El espectáculo, "El rapto de Europa", forma parte del proyecto coordinado por Jesús Rubio, consistente en recorrer Europa en busca de personas de la calle, gente de a pie dispuesta a compartir sus recuerdos.

Y las alumnas de la Universidad Popular de los barrios de Na Rovella y Morvedre quisieron participar en esta suerte de memoria colectiva por medio de una sesión teatralizada en la que nos contaron cómo era su barrio hace años y los detalles de la vida cotidiana en los barrios Monteolivete, la Plata, el Cabañal y Malilla.

De ese modo, quienes no vivimos esas épocas, pudimos conocer a base de fotografías, dibujos y su relato oral, cómo fue y cómo se vivía en la extensa y rica huerta que conformaba el paisaje de la periferia de Valencia, en especial la que hubo en los terrenos que hoy día ocupan la Ciudad de las Artes y las Ciencias y las grandes avenidas del distrito de Quatre Carreres.

La Universidad Popular de Valencia tiene una solera centenaria. Fundada por Vicente Blasco Ibáñez durante el curso 1902-1903, inició su actividad de acuerdo con el principio solidario de acercar la cultura a quienes no tenían acceso a ella, por falta de recursos económicos o sociales.

Tal como nos explicó Eva Such, directora de la UP Na Rovella, durante la Segunda República fue cuando desarrolló una intensa labor social de alfabetización y formación cultural entre la clase obrera y especialmente entre las mujeres. Aunque en el resto de países europeos las Universidades Populares resurgieron con fuerza tras la II Guerra Mundial, en España no lo hizo hasta la llegada de la democracia. Fue entonces cuando se impulsó por parte del Ayuntamiento de Valencia, retomando con fuerza su función formativa y lúdica en las barriadas de la ciudad. Y, de acuerdo con su principio de adquirir conocimientos compartiendo vivencias y opiniones, las alumnas de la UP de Na Rovella nos regalaron su memoria mediante una inolvidable sesión en la sala Espai Inestable, combinación perfecta de relato en primera persona, imágenes del pasado y danza valenciana.

Un aplauso a todas estas mujeres que, pese a ser la primera vez que subían a un escenario, se desenvolvieron con una soltura que convirtió al público asistente -la Inestable se llenó- en interlocutor atento de su relato. Y para celebrarlo, nos invitaron una tradicional picaeta valenciana -un coctel con productos y vino de la tierra- al finalizar la actuación. ¡Bravo por ellas!

Bravo, por descontado, a los responsables del bonito proyecto de rescate de la memoria colectiva que supone "El rapto de Europa", y bravo también a la Universidad Popular de Valencia por no dejar que se pierdan los recuerdos cotidianos de un paisaje urbano y un modo de vida que se fue y no volverá.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Y de regalo, un relato


Hace unos años se publicó A MEDIANOCHE en un especial San Valentín de la revista Romántica's.
Y también fue la primera obra que me tradujeron al italiano. Se publicó en Italia en un especial de la revista Romance Magazine.
Aquí os lo dejo, para amenizar la semana con deseo apasionado y final feliz.



A MEDIANOCHE ©
Olivia Ardey

Todavía es temprano.
Pronto cumpliré los treinta, pero la ansiedad me consume como a una adolescente que escapa, ahora que sé que voy a tenerte para siempre. Por fin abandono la jaula de oro para volar libre. Dónde, no importa si tú vuelas conmigo.
Sola en la calle, frente a la que nunca más será mi casa, hago recuento mental… sí, lo llevo todo. En mi bolso apenas cuatro detalles y los documentos más importantes, del resto se encargará la mudanza. Quiero dejar cada cabo del divorcio bien atado porque no hay vuelta atrás. En apenas media hora, el resto de mi vida vendrá de tu mano.
Dicen que ante la muerte inminente, los hechos del pasado se nos muestran como una sucesión de imágenes desordenadas. Parece ser que la película de nuestra vida está compuesta de instantes olvidados que sólo en el momento de abandonarla somos capaces de revivir con toda lucidez.
Debo estar delirando porque mientras te espero me está pasando justo eso. Pero es curioso, mi película particular sólo la forman los momentos que hemos vivido juntos tú y yo. No existe más pasado. ¿Me estaré muriendo? Nada de eso. Todos esos recuerdos que me asaltan sin haberlos convocado significan que mi pasado está muerto y no existe más que hoy, mañana,… el resto de mi vida contigo.
En cuanto cierro los ojos, vuelvo a nuestra primera noche. Casualidad o destino; salí decidida a escapar y acabé atrapada en tus brazos. Me embarqué en la más absurda de las aventuras. Yo en un local como aquel, mariposa perdida jugando a polilla nocturna entre tanto tipo de aspecto peligroso. Te descubrí acodado en la barra; un par de juegos de miradas y me convertí en presa fácil deseosa de ser cazada. A las chicas buenas nos gustan los chicos malos. Yo me dejé atrapar por un diablo de cuerpo grande envuelto en denim y cuero negro.
Apenas cruzamos palabras; aquella fue nuestra noche de besos ansiosos y jadeos al oído, de caricias duras y embestidas violentas. Sexo de frases cortas y miradas largas, de cuerpos que se buscan hambrientos de afecto arrimados a la pared del callejón de atrás. Solos en la oscuridad; la luna y nosotros dos.
Nunca te lo he dicho, pero a la mañana siguiente me abrumaron las dudas. ¿Me había vuelto loca?, me pregunté mil veces. Y al recordarte dentro de mí y el calor de tu boca en mi garganta, decidí que no quería volver a estar cuerda. Fue entonces cuando tuve que luchar contra el miedo de no volver a encontrarte. Aunque los temores se disiparon en los días siguientes, porque o yo te buscaba a ti o eras tú quien me buscaba. Hubo muchos encuentros. Y una noche siguió a otra, y a otra,… Noches en que el deseo fiero aprendió a convivir con la ternura, hasta que la hora bruja nos obligaba a romper el hechizo.
—Algún día descubrirás que no has nacido para princesa de cuento —me decías.
Yo me negaba a escuchar; tú, resignado, te dejabas acallar por mis besos. Ahora lamento tantas mediasnoches amargas que padeciste a causa de mi indecisión. En parte culpa tuya, lo sabes. Me desconcertaban tus ausencias, las llamadas sin respuesta a un teléfono tantas veces apagado. ¡Qué tonta! Ahora que conozco el motivo, me avergüenzo de mis miedos y a la vez te mataría por ello.
Pero siempre regresaba a tus brazos y, aunque no lo decías, yo era capaz de adivinar tu dolor cuando al filo de las doce abandonaba tu cama para regresar a mi cárcel dorada junto a él.
He perdido mucho tiempo y te he causado un dolor innecesario, pero me conoces bien y entendiste que la decisión era mía. Nunca dejaré de agradecer tu paciencia. De haberme presionado, no habría descubierto la sutil barrera que separa lo que está bien de lo que está mal. El bien es aquello que nos hace felices; el mal, en mi caso, un matrimonio fracasado mantenido por inercia.
¡Qué tonta he sido! Tardé lo indecible en decidirme por miedo a causarle dolor y, cuando por fin me sinceré con él anunciándole que me marchaba para siempre, se encogió de hombros. Sólo le preocuparon los comentarios que suscitaría nuestra ruptura en su entorno social.
No sé si ha habido otras mujeres ni me importa. Ahora sé bien que sólo he sido en su vida un objeto decorativo más. Viví medio sonámbula hasta que decidí escapar de aquel vacío; hasta que tú, con tu lenguaje de silencio y de besos, me demostraste que la vida de princesa era una farsa.
—No todos los cuentos acaban mal —me decías—. Tal vez te equivocaste de príncipe.
A tu modo, tratabas de enseñarme que yo podía vencer el maleficio de la medianoche y convertirla en el comienzo de una nueva historia sin final.
—No sabía que mi príncipe, el de verdad, aparecería montado en una moto muy grande —reconocí por fin, enlazada a ti sobre las sábanas.
Reíste por lo bajo cuando te confesé que para un corazón sensible no hay sonido más emocionante que el rugido de una Harley.
—Aunque no lo creas, hay melodías que emocionan más.
—¿Cuáles?
—Tus gemidos de hace un rato —me susurraste al oído y yo te abracé muy fuerte—, entre otros.
—Sabes mucho de sonidos —tú sonrisa confirmó mis sospechas—. Eres músico…
—Sí. Está claro que elegí a la chica más lista.
Mi sagacidad fue premiada con un par de besos.
—Todavía hay sonidos que llegan más adentro —murmuraste colocando mi mano sobre tu pecho; yo te interrogué con la mirada—. Imagino que nada suena mejor que esas dos palabras que ni tú ni yo nos atrevemos a decir.
Sentí que el corazón se me encogía, busqué tu boca y nos perdimos el uno en el otro con un beso muy largo. Al mirarte de nuevo a los ojos, me asaltó la curiosidad insatisfecha y quise saberlo todo. Sólo podía imaginarte entre redobles y golpes, con una baqueta en cada mano.
—¿Tocas en una banda?
—Más o menos.
—¿Por qué no me lo habías dicho?
—Nunca me lo has preguntado.
Ninguno de los dos habíamos querido ahondar en la vida del otro; la intimidad a veces asusta. Nos limitábamos a planear en superficie por miedo a saber demasiado. Yo temía no encajar en tu vida de desorden —así la intuía—; me asustaban tus idas y venidas, porque a veces te he buscado cuando me hacías falta y no estabas. A ti te frenaba la rabia, te negabas a verme como un trofeo compartido.
—A ver si lo adivino —me aventuré—. ¿La batería?
—La guitarra acústica.
—Quiero oírte tocar.
—No.
Tus labios trataron de silenciar mis protestas, pero insistí.
—No te llevaré conmigo mientras no estés segura de tus sentimientos. Es demasiado importante para compartirlo contigo si te tengo sólo a medias, espero que lo entiendas. La música no es mi trabajo: es mi vida.
Tu sinceridad me dolió. Y, una vez a solas en la que era mi casa, me desquité con lágrimas de ira. A la mañana siguiente, comprendí que la farsa que estaba viviendo no podía continuar ni un minuto más. En cuanto a nosotros, ya era hora apartar los temores. Necesitaba saberlo todo de ti y que tú me conocieras por entero.
En cuanto salté de la cama, busqué un buen abogado que se encargara de los aspectos desagradables de la ruptura. Aquella conversación me quitó una losa de encima. Por primera vez me sentí libre y quise compartirlo contigo. Agarré el teléfono con mi discurso preparado.
—Estoy segura —ya esperaba tus preguntas—. Muy segura —recalqué—. Empiezo a sospechar que el inseguro eres tú —contraataqué con acidez. Tú te limitaste a indicarme una hora y un lugar—. Muy bien, allí estaré.
Corté la comunicación y durante la semana siguiente te castigué con mi indiferencia. Días después, quise que me tragara la tierra cuando te atreviste a reconocer en voz alta cuánto agradeciste esa indiferencia mía que te permitió dedicarte por entero a tus ensayos.
Ensayos. Ahí tenía la respuesta a tantas llamadas a un teléfono no operativo. En ese momento te habría estrangulado.
El día del concierto llegué puntual. Diez minutos después, me paseaba inquieta. En eso no nos parecemos; las esperas largas no son lo mío. Creí que se me detenía el corazón al verte llegar: pelo pulcramente peinado con gomina, vestido de negro riguroso y zapatos relucientes. Mi príncipe de las tinieblas aparecía disfrazado de modelo de catálogo. Sin decir ni una palabra, nos fundimos en un beso impetuoso que me supo a poco.
—Estás temblando —me cogiste las manos—. ¿Qué te pasa?
—Nunca te había visto tan guapo —aseguré admirándote de pies a cabeza—. Estás… increíble.
—Vaya,… gracias —protestaste desviando la mirada incómodo—. No me queda más remedio; esta ropa me da de comer.
Me entró la risa ante tu repentino ataque de timidez y tú me dedicaste una mirada atravesada. Mi faceta perversa empezaba a dejarse ver; descubrí que me divertía haciéndote sufrir un poquito.
—Seguro que sois la banda más elegante del mundillo musical.
—No te burles que también te dará de comer a ti —te lanzaste directo para zanjar mis bromas—. Si es verdad que estás segura.
—¿No dicen que los músicos se mueren de hambre?
—No todos.
—Está claro que no eres una estrella del rock.
—¿Y qué? —protestaste endureciendo la mirada—. ¿Te da miedo abandonar la vida cómoda que tienes ahora?
Mis dudas fingidas te ponían nervioso; yo decidí disfrutar un poco más de mi nuevo papel de diablesa recién diplomada en torturas lentas.
—No voy a abandonar mi empleo en la editorial…
Tus ojos reflejaron decepción y miedo. Adiviné que imaginabas un futuro de ausencias, demasiado tiempo el uno sin el otro por culpa de dos ocupaciones difíciles de compaginar.
—…soy traductora de textos —confesé—. Puedo trabajar en cualquier sitio; sólo necesito un ordenador y una conexión telefónica. Así podré acompañarte en las giras, o los bolos, ¿se dice así? —esbozaste una sonrisa irónica—. Os ayudaré a cargar los equipos, los cables…
—No será una vida sedentaria —me advertiste.
—Si es la tuya, es la mía. Haré cualquier cosa por estar contigo —sonreí al ver cómo se te iluminaba el semblante—. ¿Es eso lo que querías oír?
Disimulaste tus emociones tras la fachada de duro como el acero. No imaginas la ternura que siento cuando tratas de ocultarme tu lado más vulnerable.
—Eso se llama razonar con sensatez.
Sonó algo sarcástico, aunque la sonrisa de felicidad te traicionaba. “Yo lo llamo actuar con el corazón”, quise decir; pero sobraba la réplica porque eso tú ya lo sabías.
—Por algo elegiste a la chica más lista —bromeé.
—Y a la más malvada. La última frase podías haberla dicho mucho antes.
Me atrajiste de golpe y nos devoramos a besos. Felices, porque juntos somos capaces de derribar cualquier límite, hasta el del bien y el mal. Me elevaste en brazos y, entre risas, nos besamos de nuevo al descubrir que ni tú eres tan malo ni yo soy tan buena.
—Tengo que irme —recordaste, depositándome en el suelo—. Habrá una pantalla gigante —abrí la boca sorprendida—, cuando me enfoquen las cámaras, estaré tocando para ti. Ah… —añadiste hurgando en un bolsillo—, se me olvidaba: tu entrada.
—¿Entradas? Qué formales son en ese garito que tocas esta noche.
Del que, por cierto, no me habías dicho ni el nombre. Imaginaba algún agujero oscuro exclusivo para entendidos.
—Y muy estrictos. Sé puntual —me advertiste ojeando tu reloj—. Una vez empezado el concierto, no te dejarán entrar en «ese garito». Pórtate bien.
Advertencia y palmadita en el culo, cómo no; típica despedida de chico malo.
Recuerdo que te fuiste con prisa pero, desde lejos, me enviaste un guiño antes de cruzar la avenida con cuatro zancadas. Atónita, te vi desaparecer tras la puerta principal del edificio de enfrente. Con la boca abierta, alcé la cabeza hacia el inmenso cartel que cubría la fachada posterior del Palau de la Música. No podía creerlo. ¿Música de cine? Recordé entonces que estábamos en fechas de ese certamen cinematográfico internacional de tanto renombre.
Me aproximé al Palau como una sonámbula. Una vez en la sala, casi me caigo de la butaca al ver el escenario preparado para una orquesta sinfónica. ¡¿Esa era tu supuesta banda?!
Entonces entendí el porqué de tanto misterio. Ocultándome todo aquello querías asegurarte de que te he elegido por ser tú; aquel desconocido que conocí en un local tan lleno de humo como de gente poco recomendable.
Mientras esperaba, ojeé en el programa y me entró la risa de puro asombro. ¿Las mejores bandas sonoras de la historia del western? Sin duda, estás hecho un maestro de las sorpresas. Leí la detallada biografía de la formación y descubrí que tu «banda» es una prestigiosa orquesta sinfónica con nombre de rey olvidado; vuestra madrina de honor, una princesa italiana que os cede su palazzo cerca de Roma como sede honoraria. Claro, no sólo viven en palacios las princesas de los cuentos.
Aún no me cuadraba la guitarra acústica. Pero esa pieza encajó en cuanto alcé la vista del programa al sonar los primeros aplausos. Me dio un vuelco el corazón al reconocerte entre todos ellos. Y me dediqué a observaros con atención. Nunca había visto una orquesta tan peculiar, ni tan completa. A tu lado distinguí un bajo eléctrico. Un poco más allá… ¡un teclado electrónico! Incluso una armónica junto a la percusión.
El resto incluso lo encontré natural. Aunque era la primera vez que veía a una mujer como concertino, ni me sorprendieron sus piercings ni los dibujos célticos de su brazo. Ni el dragón tatuado que reptaba por la nuca de una chica que afinaba dos atriles más allá. Sólo tres o cuatro músicos sesentones lucían smoking clásico y pajarita; pero no desentonaban entre tanto virtuoso de aspecto incorregible. Se les veía exultantes, contagiados de vuestra juventud. Para mí, tú el más sexy entre todos ellos.
Nuevos aplausos al hacer su entrada el director. Después, el saludo ritual al primer violín: la chica de los piercings se dejó besar la mano.
Se hizo un imponente silencio y, a partir de ahí, mi corazón latió al ritmo de cada partitura. La pantalla que ocultaba el órgano de tubos te mostró en primer plano y las lágrimas resbalaron por mis mejillas al sentir que esa música sublime era toda para mí. Deseé que aquél concierto no acabara nunca y, durante la ovación más larga que recuerdo, aplaudí hasta que me dolieron las manos. Pero no era la única que tenía los ojos húmedos. Conseguisteis emocionar a un público compuesto por cinéfilos que os aclamaba completamente entregado. Hasta Bernstein aplaudía desde el más allá.
A la salida, te esperaba ansiosa hasta que te vi aparecer; aún así, permanecí muy quieta con las manos en los bolsillos. No lo reconocerías nunca, pero sé que estabas preocupado por mi reacción.
—Sois una orquesta magnífica —dije para romper el silencio.
Tú te encogiste de hombros con una mirada de disculpa.
—No sé si somos la mejor. Pero la más canalla, seguro.
Me lancé a tu cuello y me estremecí al sentir tu risa suave cuando dije que me parecían pocos los quinientos besos que necesitaba darte.
Y esa noche las decisiones las tomé yo. Exigí una entrega furiosa, y luego te colmé de caricias dulces para reclamarte de nuevo como una fiera. Una vez tras otra hasta caer rendidos.
—Me quedo —murmuré, bien pasadas las doce.
—¿Hasta que amanezca?
—La eternidad se queda corta para calcular el tiempo que voy a quedarme.
Me rodeaste con muchísima fuerza y yo me dejé encerrar para siempre en la jaula de tus brazos…
Ya era hora. ¡Por fin apareces! Creía que no llegabas nunca. Antes de que descabalgues de la Harley, corro a tu encuentro.
—¿Preparada?
Mi sonrisa y mi beso son suficiente respuesta.
—Aún no te he dicho cuanto te admiro —te freno cuando me entregas mi casco; tú intentas protestar pero no te dejo—. Me parece extraordinario que hayas consagrado tantos años a algo que requiere tanto sacrificio y estudio como la música.
—Cuando algo te apasiona, el tiempo dedicado no cuenta —me explicas—. Además, no necesito tu admiración.
—No me has entendido. Admiro tu entrega sin límite a algo que te apasiona, pero no te quiero por lo que haces ni por lo que eres. Te quiero porque eres tú.
—Repítelo.
—Te quiero.
Los dos cascos caen a la acera mientras nos enlazamos en el más apasionado de los besos. Tenías razón, nada puede sonar mejor. Y nos decimos el uno al otro un montón de veces esas dos palabras que a partir de hoy serán la banda sonora de nuestra vida, tan hermosa que ni Morricone la podría superar.
Me llevas de la mano y monto a tu espalda mientras haces rugir a la reina de las motos.
—Es única —me dices—, si hasta suena bien.
Yo me río encantada de verte tan orgulloso.
—¿Sabes qué hora es? —niegas con la cabeza—. Casi las doce.
Entonces eres tú quien se echa a reír. Y juntos emprendemos el vuelo sobre tu fiera de ruedas aladas sin volver la vista atrás. El destino es lo de menos; donde la medianoche nos lleve.

 
Dedicado a todos aquellos que un día decidieron consagrar su vida a la música y, en especial, a los miembros de la Orquesta Sinfónica Jaume II El Just.